viernes, 25 de enero de 2019

SOP para mayores de 35 años


–No te preocupes, el SOP es una característica de los ovarios jóvenes: según te acerques a la treintena, sobre todo si tienes hijos, se te irá pasando.

Creo que desde ese rincón del tiempo se pueden escuchar mis carcajadas presentes. Porque, según me acerco a la cuarentena, y aun habiendo tenido una hija, mi SOP no solo no mejora, sino que cada vez da más miedo.

El SOP es una condición endocrina del cuerpo que te acompaña, no sé si desde que naces, pero desde luego sí hasta que te mueres. Supongo que, con la menopausia, dejará de observarse el síntoma que le da nombre, porque la ausencia de ovulación implicará también la ausencia de folículos. Lamentablemente, el sistema endocrino no reside en los ovarios, sino en las hormonas, y estas sí que te acompañan hasta el último día.

Creo que las mujeres con SOP sufrimos un infradiagnóstico y, en general, una infravaloración de nuestra condición. Lo cual no es ninguna sorpresa, porque esto le pasa a cualquier mujer, y más si sufre una enfermedad "de mujeres". Entre las muchas consecuencias de esta situación, una de las que más me molestan es que apenas se reconozcan las relaciones que los diferentes síntomas del SOP mantienen entre sí.

Si estás gorda, calva, llena de pelos y granos, si te viene la regla cada tres meses o cada quince días, en cantidades ingentes y con un dolor inenarrable, y lo mejor, si además estás deprimida (que es mi síntoma preferido porque... ¿cómo no deprimirse?)... pues nada. ¿Qué te va a decir un médico? Absolutamente nada. 

Que adelgaces. Que te hagas la depilación láser. Que no te toques los granitos. Que te eches cremas o te tomes una pastilla para adolescentes. Que no te estreses. Que uses ibuprofeno. Que te des a los antidepresivos o a los ansiolíticos. Y que pruebes con la píldora.

Y eso es lo que yo hacía: cuando los ovarios se me ponían flamencos, me tomaba la píldora y a descansar. ¿Curaba eso el SOP? No, porque el SOP no tiene cura. ¿Paliaba la deriva chunga de la enfermedad? ¡Ni mucho menos! Pero que se me "regularan" algunos síntomas para mí era suficiente.

El problema es que, a partir de los treinta y cinco, se acabó lo que se daba. Sé que hay mujeres que siguen tomando la píldora a pesar de la edad, pero yo no puedo hacerlo porque me arriesgo a sufrir una trombosis. Aunque, según mi inmunólogo, si no me ha dado una trombosis con todos los años que he tomado la píldora, seguramente ya no me dé; con una niña pequeña no estoy para jugar a la ruleta rusa. Porque dos trombofilias y un SAF obstétrico ponen muchas balas en mi recámara.

Entonces, ¿cuál es la solución? Pues la solución-solución, no lo sé; pero sí que puedo explicar lo que me está funcionando a mí. Algo que ningún médico ha sabido aconsejarme y en lo que, sin embargo, tengo puestas todas mis esperanzas: vivir desde ya como si fuera diabética.

El origen último del SOP es el mismo que el de la diabetes: un problema con el metabolismo de la glucosa. Y aunque mi cuerpo, tras la diabetes gestacional, parece metabolizar la glucosa como si no tuviera ningún problema, en realidad es solo una apariencia. ¿Y cómo lo sé, si mi curva postparto salió estupenda? Pues porque me lo veo en la cara: dulce que tomo, grano que me sale. No necesito ningún médico para que me lo explique.

Habida cuenta de que esto va a ser así hasta la menopausia, y que después llega lo gordo (diabetes, problemas cardiovasculares, cáncer), más me vale poner monedas en el lado de la salud y reequilibrar la balanza, porque el lado chungo está a tope. Así que, aprovechando todo lo que aprendí en el embarazo (¡quién lo iba a decir!), he recuperado la dieta contra la diabetes y la he hecho mía para siempre.

A grandes rasgos, consiste en eliminar los azúcares simples mientras proporcionas al cuerpo cantidades constantes aunque moderadas de los complejos, para así evitar picos de glucosa pero mantener al páncreas trabajando. Y con azúcares simples no me refiero solo a los dulces, sino también a los azúcares "escondidos", sobre todo en los lácteos y el embutido  (¡el embutido es Satán, en serio!). 

Ahora mismo, tomo hidratos de carbono cinco veces al día. Y como la lactancia me tiene fundida, quien dice cinco, dice seis o incluso siete. La fruta no la he restringido porque tampoco tuve que hacerlo en el embarazo, y de lácteos tomo leche semidesnatada, quesos "normales" (los "light" están podridos de azúcar, es impresionante) y yogur natural. Además, procuro comer toda la verdura que puedo y raciones de proteínas estándar.

Y me va muy bien. Mi acné es leve, se me ha caído el pelo menos tras el embarazo que en otros momentos de mi vida, no me noto un hirsutismo especial y estoy hecha un fideo. Si no canto victoria es porque todavía no me ha venido la regla y no sé cuánto efecto estará teniendo sobre todo esto el tener la prolactina por las nubes. Temo que con el regreso de los estrógenos se vaya todo al garete, así que seguiremos informando.

Una de las cosas que más me ha ayudado con la dieta ha sido que esté coincidiendo con la introducción de la alimentación complementaria de mi hija. Porque lo que no quiero para mí, no lo quiero para ella, y viceversa. Así que estoy aprendiendo a cocinar sin azúcar para las dos: ¿puede existir una motivación mayor? Solo me falta que Alma, que es una adicta al dulce, se pase al lado oscuro con nosotras :)

Pero no todo es dieta en la vida de la persona diabética: cuando hablo de "vivir" como si tuviera diabetes, me refiero también a la necesidad de hacer ejercicio. Durante el embarazo, hice pilates y natación para embarazadas; ahora, cuido de un bebé  (gasto calórico asegurado), le doy de mamar (por si se me había ocurrido la feliz idea de guardarme algún gramo de grasa para mi disfrute exclusivo) y hago pilates una vez por semana, que hasta el momento es todo lo que me puedo permitir. Bromas aparte, mi compromiso con el deporte es grande, y espero poder ir ampliando el tiempo que le dedico a medida que mi hija crece.

Como decía una de mis enfermeras de Endocrinología, lo que es saludable para una persona diabética, lo es para cualquier persona, así que no puedo más que animar a quienes me leéis a uniros también a la cruzada contra el azúcar. Vuestra salud os lo agradecerá... ¡seguro! ;)

2 comentarios:

Luli Lulita dijo...

Yo también tengo SOP y me acerco muy mucho a la cuarentena, así que me viene al pelo tu post. Desde hace meses, llevamos una alimentación bastante realfooder, es decir, comida real, basada en frutas y verduras, cereales integrales, lácteos y algo de carne, pescado y huevos. Me encanta comer así, aunque no sé si me está haciendo algún bien o no porque uso el anillo anticonceptivo, que es lo que realmente me mantiene a raya. Yo era de las de 7 meses sin regla y 6 de ellos, con un síndrome premenstrual de morir. Ahora mismo no me puedo permitir eso. Tengo 2 hijos que cuidar, no puedo estar 6 meses de cada 7 fuera de onda. Por ahora, el anillo me mantiene estable y no noto ningún efecto adverso de significancia, pero te hago caso y me centro en dieta y ejercicio para estar bien por fuera y por dentro. Besitossss

Anónimo dijo...

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