Después de una búsqueda breve pero informada, nos decidimos a visitar una nueva clínica. Habíamos hecho una pequeña lista según nuestras preferencias, pero lo que nos encontramos en la primera de ellas fue suficiente para convencernos: debemos de ser
chicas fáciles, pues lo mismo nos ocurrió la primera vez ;)
A lo largo de todo este tiempo,
nuestros criterios para elegir clínica han cambiado. Junto a la importancia de una primera visita gratuita (está claro que las clínicas que no la hacen nos tienen perdidas como clientes), hemos añadido la cercanía a casa. Y aunque todas las clínicas nos pillan lejos (es lo que tiene vivir en un pueblo), en esta ahorramos algo de tiempo: justo lo que ganamos en comodidad y tranquilidad.
Seguimos manteniendo la condición de que en la página web se haga una referencia explícita a las parejas lesbianas, pero ahora también queremos que se visibilice el modelo que hemos elegido para formar nuestra familia: no deja de resultar paradójico cómo muchas clínicas, algunas de muchísimo renombre, apenas publicitan la mitad de los tratamientos que realmente hacen. ¿Cuál puede ser el motivo? Nosotras no queremos premiar con nuestra confianza (¡ni con nuestro dinero!) esta manera de actuar, por mucho prestigio que tengan las clínicas que lo hacen.
Por otro lado, aunque seguimos buscando unos precios razonables (¿a quién le sobra el dinero después de dos años de pruebas y tratamientos?), estamos dispuestas a pagar un poco más por las prestaciones que buscamos. Particularmente, a lo largo de este tiempo he llegado a la conclusión de que resulta casi imprescindible que las clínicas cuenten con una tecnología tipo embryoscope, pues el desarrollo embrionario temprano puede llegar a ser (como lo ha sido en mi caso) muy traicionero. Cuando un embrión tipo A no se implanta o muere, mientras que un embrión tipo D sale adelante, seguramente influyen más factores que la casualidad o el milagro: factores que la ciencia desconoce y que este tipo de tecnología está ayudando a esclarecer.
Además, en esta nueva búsqueda hemos descubierto que muchas clínicas tienen atención psicológica gratuita. Este es un punto que nos parece importantísimo cuando los tratamientos se complican, pues anima a hacer uso de un servicio que contribuye a aliviar los aspectos más dolorosos de los tratamientos. Aunque también es verdad que, una vez metidas en el
tsunami de gastos que conlleva la reproducción asistida, el dinero que cuesta una consulta puede considerarse un daño colateral más: en nuestro caso, la razón fundamental de que nunca pidiéramos una cita con la psicóloga de la primera clínica fue que
la consulta obligatoria nos pareció un timo en toda regla, por lo que habría sido absurdo gastarse el dinero en hablar con una persona que no nos generaba ninguna confianza.
Finalmente, un detalle con el que soñamos (aunque sabemos que suele ser el punto débil de casi todas las clínicas) es una buena atención al paciente. No tanto por parte de los médicos como del resto de personal que te atiende. Las pacientes de reproducción asistida pasamos por momentos muy difíciles, y no solemos encontrarnos el estoicismo cuando nos hacen comentarios del tipo: "Como lleváis tanto tiempo aquí...". Si en las clínicas supieran cuántos clientes pierden debido a los comentarios desafortunados, seguramente invertirían algo más en cuidar lo que sueltan por sus bocas.
El caso es que esta nueva clínica que hemos visitado ha cumplido con todos nuestros requisitos... y más.