Reconozco que es algo que me ha costado admitir durante todos estos años. En general, las etiquetas me resultan esencialistas y limitadoras, así que, cuando veía que otras mujeres abrazaban la de "infértil", solo quería mirar hacia otro lado. Me decía a mí misma que no tenía tanto que ver con su significado como con el hecho de colgarse un nuevo "cartelito", pero ahora ya no estoy tan segura. Supongo que no quería reconocerme como infértil porque no quería aceptar todo lo que ello implica.
Curiosamente, ahora que soy madre es cuando ya no puedo seguir mirando hacia otro lado. Ser infértil importa: antes, durante y después. Ser infértil no es como no serlo, como no haberlo sido nunca. Y aunque yo no pueda hablar por boca de todas las mujeres infértiles, porque cada una tenemos nuestras circunstancias en todos los sentidos; sí que he identificado algunos rasgos de la maternidad infértil con los que, quizá, otras mujeres en mi misma situación pueden sentirse identificadas.