Y llegó el momento de empezar con los pinchazos.
Esta vez comenzamos con una dosis de 100 Ul, justamente la que yo pensaba que sería adecuada en mi primera FIV. Esta pauta me puso muy contenta y aumentó mi sensación de que en este intento las cosas podían ir mejor.
No obstante, después de cinco días pinchándome, fuimos a revisión y no se veía ningún folículo, exactamente igual que me pasó la primera vez. Yo ya me lo imaginaba, porque no notaba demasiado "movimiento" en los ovarios; aunque la doctora consideró que la cosa no iba nada mal. Y la verdad es que, al contrario que la vez anterior, me lo tomé bastante bien: solo me preocupaba que me volvieran a duplicar la dosis otra vez.
Pero no fue así: me subieron a 125 Ul y, dos días después, ya teníamos siete folículos de entre 10 y 13 mm asomando. Si bien eran menos que la otra vez, yo seguía muy optimista, segura de que pronto habría más y que, en cualquier caso, siete podía ser un buen número si la calidad de los óvulos era buena.
El chasco llegó tres días después, cuando vimos que solo cuatro folículos habían crecido lo suficiente (18-19 mm), mientras que los demás se estaban quedado atrás. Nuestra doctora seguía muy contenta, porque decía que la estimulación estaba siendo mucho más controlada que la otra vez. Sin embargo, para mí fue un palo enorme.
No sé qué me pasó, pero aquel fue el peor día de todo el tratamiento. Pensé que, si se repetía la progresión de la vez anterior, tendríamos suerte si llegábamos a conseguir un solo embrión. Una vocecita en mi conciencia me repetía, muy bajito, que con un solo embrión es suficiente. Pero a mí no me convencía. Después de todo el dinero gastado, de todo el esfuerzo físico, necesitaba tener más de una oportunidad. Aunque no sirviera para nada; aunque, como la primera vez, el primer embrión fuera el único que saliera realmente adelante.
El caso es que me pasé todo el día hundida, con la mente llena de pensamientos pesimistas y el cuerpo rebosante de ganas de abandonar. No solo el tratamiento, sino todo. La vida, qué sé yo (!).
Al día siguiente me arrastré hasta la consulta para descubrir que ya teníamos cinco folículos preparados (de entre 18 y 21 mm) y tres más con posibilidades (de 16 mm). Aquello me dejó mucho más tranquila, y consiguió que saliera del infierno emocional en el que había entrado.
La mala noticia fue que mi ovario derecho había hiperestimulado. Mientras en el izquierdo solo había cinco folículos (dos grandes, uno mediano y dos pequeños), en el derecho había más de doce (tres grandes, dos medianos y un porrón de pequeños). Esto fue bastante curioso porque, durante todos los controles, el ovario derecho era el que tenía menos folículos. Y, de reprente, ¡bum! Se llenó.
Esta diferencia entre los dos ovarios me ha permitido comprobar que no se lleva igual una FIV cuando hay hiperestimulación que cuando no la hay. Si bien los folículos pequeños no sirven para nada en términos reproductivos, aumentan mucho el tamaño del ovario y duelen. La diferencia entre un lado y el otro de mi tripa es evidente: mientras que el lado derecho me tira y pincha como la otra vez, en el lado izquierdo es como si no hubiera pasado prácticamente nada.
Esta descompensación me ha hecho quedarme más tranquila sobre mi malestar durante la primera FIV. Aquella vez lo pasé tan mal, tuve tantos dolores y me sentí tan imbécil... Había leído muchas experiencias de FIV y a nadie parecía haberle pasado lo que a mí. Pero claro, casi todos los casos que conocía eran de chicas con baja respuesta ovárica, que conseguían 3 o 4 folículos y se recuperaban rapidísimo. En esta ocasión ya me ha quedado claro que la experiencia no es igual (no podía serlo, pero ahora lo he comprobado en mis carnes) cuando una lleva más de veinte folículos en total, como me pasó a mí.
Y aunque la progresión de mis estrógenos había sido muy armónica y estaban en niveles que incluso se podían considerar bajos, el último día, como resultado de la hiperestimulación del ovario derecho, doblaron su cantidad. Esto me pone, paradójicamente, en una situación de mayor riesgo de sufrir SHO que la otra vez, a pesar de que la cantidad total de estrógenos sea bastante menor (!!).