domingo, 10 de febrero de 2019

¿Cómo funciona la adopción nacional en Madrid?


Escribo esta entrada para que quienes leéis este blog podáis entender mejor en qué consiste el lío en el que andamos metidas. Pero también la escribo porque quiero poner mi granito de arena para que la adopción nacional deje de ser esa gran desconocida sobre la que circulan mil y una ideas equivocadas.

La primera de estas ideas es que en España existe la adopción nacional. Como muy bien nos explicó el ponente de la reunión informativa, lo de "nacional" es una herencia del pasado, y por eso prefieren entrecomillarlo. Hace tiempo que las competencias se transfirieron a las comunidades autónomas, por lo que el proceso es diferente en cada territorio. Lo que voy a explicar, por tanto, solo se aplica a Madrid.

Y en Madrid (pero no en otras comunidades autónomas, insisto), la lista de adopción nacional permanece cerrada la mayor parte del tiempo, abriéndose solo muy de vez en cuando para recibir nuevos ofrecimientos. Esta fue la increíble oportunidad que aprovechamos en 2015, y digo increíble porque la lista llevaba cerrada desde 2008. Si no nos hubiésemos apuntado entonces, NUNCA habríamos tenido la opción de adoptar, pues no se espera una nueva convocatoria hasta 2022 o 2023, y para entonces a nosotras ya se nos habría pasado la edad.

Al contrario de lo que ocurre en adopción internacional, en la nacional "madrileña" lo primero que hay que hacer es esperar. Una vez que recibes la carta que confirma tu expediente, pueden pasar años hasta que vuelves a tener noticias. En nuestro caso, hemos esperado tres años y medio para que nos convocaran a la reunión informativa.

De todas formas, este tiempo es muy variable: se puede esperar más, pero también mucho menos. Otro de los mitos que yo misma tenía sobre la adopción nacional es que es dificilísimo culminar el proceso porque la espera es de casi diez años. Evidentemente, ya he comprobado que esto no tiene por qué ser así.

La reunión informativa, a pesar de tener ese nombre tan genérico, es el pistoletazo de salida para el resto del proceso. Su objetivo es proporcionar a las familias que en su día entregaron un ofrecimiento toda la información necesaria para decidir si desean mantener su expediente abierto en el momento en que se aproxima la posibilidad real de adoptar. Al mediar un lapso de tiempo amplio entre la convocatoria y esta reunión, es posible que la situación vital de los solicitantes haya variado tanto que ya no puedan o no quieran continuar.

Cuando se decide seguir adelante, también hay que explicitar si la disponibilidad es inmediata o si el expediente va a ser paralizado durante un tiempo. Este último es nuestro caso, ya que no nos permiten seguir adelante hasta que nuestra hija no cumpla su primer año. Más adelante, podremos "desparalizar" el expediente y retomar el proceso donde lo habíamos dejado.


martes, 5 de febrero de 2019

37


En los años impares cumplo años impares. Y no me gusta nada.

No sé muy bien por qué. Es una manía que tengo. Supongo que viene de la adolescencia, de los terribles trece, de los no-menos-terribles quince. De eso hace ya muchísimo tiempo; sin embargo, yo sigo teniéndoles manía a los años impares.

Creo que tiene que ver con la sensación de que a los números impares les falta algo. No son tan redondos, tan sólidos como los números pares. Tener una edad impar es como aguantar un año entero a la pata coja. Y me da vértigo y miedo. Y no me apetece. 

Esta vez, sin embargo, he decidido tomármelo de otra manera. Pensar que ese desequilibrio, esa inestabilidad, es en realidad una oportunidad, un comienzo. No todo en la vida es el peso, la solidez, de los números pares. Hace falta también cierto desequilibrio para idear nuevos proyectos, para soltar lastre y seguir avanzando.

La idea es bonita y me ilusiona. Pero lo mejor de todo es poder darme el lujo de plantearme este tipo de reflexiones con respecto a mi edad. Porque este es el primero de muchos años en que lo consigo. Atrás quedaron la angustia existencial y las dudas, la agonía de cumplir años preguntándome si soplaría las siguientes velas siendo madre, o si nunca lo conseguiría.

La vida de mi hija es la certeza que me permite celebrar cada día.
A su lado, hasta los años impares me parecen completos :)

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