Hace meses que escribo un diario de maternidad. Empecé apuntando las fechas importantes, cuándo nos habíamos hecho cada prueba y cómo había ido, pequeñas anécdotas... También le pegué algunas fotos de revistas que me resultan evocadoras. Y últimamente he añadido unas cuantas reflexiones y sentimientos.
Para mí, escribir un diario es algo bastante natural. Comencé mi primer diario con catorce años, y no dejé de escribir en él casi cada día hasta los dieciocho, así que guardo un registro minucioso de la mayor parte de mi adolescencia. Después, he tenido temporadas de volver a escribir incluso varias veces al día, y otras de no poner una palabra durante meses. Con el tiempo, mis diarios se han ido haciendo menos anecdóticos y han pasado a tener un carácter más reflexivo, aunque siempre han cumplido una función fundamental en mi vida: la de desahogo.
Este diario, sin embargo, es diferente.