Hoy era el día en que tenías que haber venido al mundo. Hoy era la tan esperada fecha prevista de parto. Era hoy.
Tus dos mamás fantaseamos mucho con este día. Íbamos a empezar las vacaciones de verano contigo en casa. Teníamos dos meses por delante para cuidarte juntas y aprender a ser una familia. Estábamos muy contentas; pensábamos que, ni habiéndolo planeado, habría salido tan bien. ¿Nos atreveríamos a salir de viaje? ¿Qué destinos serían adecuados para un bebé recién nacido...?
Tu recuerdo ya no duele como antes. Como diría Montaigne, tu vida, aunque breve, fue completa. Fuiste deseado, celebrado y muy, muy querido. El privilegio de haber compartido tu existencia crece cada día. Tus fotos, aunque poco nítidas, llenaron los marcos de nuestra casa. El latido de tu corazón, aunque lento, llenó mis oídos de un ritmo que no olvidaré mientras viva. Me despedí de ti sollozando que no me arrepentía de nada y la alegría de esa convicción me acompaña todavía.
Era hoy, y mañana será otro día.
Un pedacito de ti se quedó con nosotras y un pedacito de nosotras vuela contigo.