domingo, 28 de febrero de 2016

Mise en abîme


Cuando en la Edad Media componían relatos, les gustaba diseminar pequeños guiños sobre el desenlace a lo largo de toda la historia. El público generalmente conocía el final y, por más paradójico que resulte, las anticipaciones sobre cómo iba a terminar tal o cual personaje aumentaban la emoción del relato. Uno de los recursos para hacer esto se llamaba "mise en abîme", y consistía en narrar un pequeño motivo que tuviera la misma estructura que la historia completa: un relato dentro de un relato, un desenlace previo al desenlace pero semejante a él.

En estos días ha venido a mi memoria este recurso porque siento que los dos procesos de adopción en que estoy inmersa se relacionan entre sí como un "mise en abîme": ambos han dado ya comienzo, en ambos media una lista de candidatos y un periodo de espera que culminará con una llamada, los dos requieren de una preparación previa (médica en un caso y psicosocial en otro) y espero que ambos terminen con la llegada a nuestra familia de quienes serán nuestros hijos, a pesar de que no compartamos con ellos nuestro material genético.

Como en los relatos medievales, este "mise en abîme" me crea mucha emoción: siento que la adopción de embriones será un pequeño gran anticipo de la adopción de un niño, por lo que el primer proceso me preparará para el segundo. En realidad, soy consciente de todas las diferencias que median entre ambos, pero también siento que son diferencias de "tamaño": en ambos casos estamos hablando de formar una familia con una peculiaridad que la hace distinta a la mayoría.

¿Y acaso no iba a ser ya distinta a la mayoría?

sábado, 13 de febrero de 2016

Adopción de embriones


No podemos negarlo: la adopción ha cambiado nuestras vidas. Hemos pasado de no planteárnosla por considerarla inviable en nuestro caso a descubrir que adoptar es uno de nuestros caminos preferidos para formar una familia. ¡Andamos como gallinitas cluecas con el tema!

Así que, después de mucho meditarlo, hemos llegado a la conclusión de que adoptar embriones es la manera más natural de seguir con la búsqueda de un embarazo: porque yo todavía quiero quedarme embarazada y porque aún no hemos renunciado a la idea de tener más de un hijo.

Como pareja lesbiana, se nos planteaba otra posibilidad: el método ROPA. Pero la hemos descartado porque no sentíamos que fuera una posibilidad para nosotras.

Los motivos son varios. En primer lugar, Alma no tiene demasiado interés en conservar su genética: no lo tenía cuando decidimos utilizar mis óvulos y no lo tiene ahora. Aun así, estaba dispuesta a pasar por estimulación y punción en el caso de que no pudiéramos utilizar mis gametos. Sin embargo, cuando llegó el momento, fui yo quien se sintió incapaz de enfrentarse a una nueva FIV. Que el peso recayera sobre Alma no representaba ningún alivio para mí: precisamente porque sé lo mal que se pasa, no podía pedirle eso a mi mujer. Así que decidimos que no repetiríamos el calvario por tercera vez.

Ser madres por adopción de embriones, aunque más sencillo y económico en lo que respecta a los tratamientos, también nos plantea nuevos retos. El más complicado, desde nuestro punto de vista, será acompañar a nuestro hijo en el proceso de incorporar a su vida y a su identidad el hecho de tener una familia genética completa, hermanos y progenitores incluidos. Puede que no quiera hablar del tema o puede que desee buscarlos para conocerlos: en cualquier caso, tendremos que estar a la altura. 

Por el momento, sin embargo, tan solo hemos decidido seguir buscándolo por este nuevo camino :)

lunes, 8 de febrero de 2016

La (nueva) primera visita a la (nueva) clínica


Después de una búsqueda breve pero informada, nos decidimos a visitar una nueva clínica. Habíamos hecho una pequeña lista según nuestras preferencias, pero lo que nos encontramos en la primera de ellas fue suficiente para convencernos: debemos de ser chicas fáciles, pues lo mismo nos ocurrió la primera vez ;)

A lo largo de todo este tiempo, nuestros criterios para elegir clínica han cambiado. Junto a la importancia de una primera visita gratuita (está claro que las clínicas que no la hacen nos tienen perdidas como clientes), hemos añadido la cercanía a casa. Y aunque todas las clínicas nos pillan lejos (es lo que tiene vivir en un pueblo), en esta ahorramos algo de tiempo: justo lo que ganamos en comodidad y tranquilidad.

Seguimos manteniendo la condición de que en la página web se haga una referencia explícita a las parejas lesbianas, pero ahora también queremos que se visibilice el modelo que hemos elegido para formar nuestra familia: no deja de resultar paradójico cómo muchas clínicas, algunas de muchísimo renombre, apenas publicitan la mitad de los tratamientos que realmente hacen. ¿Cuál puede ser el motivo? Nosotras no queremos premiar con nuestra confianza (¡ni con nuestro dinero!) esta manera de actuar, por mucho prestigio que tengan las clínicas que lo hacen.

Por otro lado, aunque seguimos buscando unos precios razonables (¿a quién le sobra el dinero después de dos años de pruebas y tratamientos?), estamos dispuestas a pagar un poco más por las prestaciones que buscamos. Particularmente, a lo largo de este tiempo he llegado a la conclusión de que resulta casi imprescindible que las clínicas cuenten con una tecnología tipo embryoscope, pues el desarrollo embrionario temprano puede llegar a ser (como lo ha sido en mi caso) muy traicionero. Cuando un embrión tipo A no se implanta o muere, mientras que un embrión tipo D sale adelante, seguramente influyen más factores que la casualidad o el milagro: factores que la ciencia desconoce y que este tipo de tecnología está ayudando a esclarecer.

Además, en esta nueva búsqueda hemos descubierto que muchas clínicas tienen atención psicológica gratuita. Este es un punto que nos parece importantísimo cuando los tratamientos se complican, pues anima a hacer uso de un servicio que contribuye a aliviar los aspectos más dolorosos de los tratamientos. Aunque también es verdad que, una vez metidas en el tsunami de gastos que conlleva la reproducción asistida, el dinero que cuesta una consulta puede considerarse un daño colateral más: en nuestro caso, la razón fundamental de que nunca pidiéramos una cita con la psicóloga de la primera clínica fue que la consulta obligatoria nos pareció un timo en toda regla, por lo que habría sido absurdo gastarse el dinero en hablar con una persona que no nos generaba ninguna confianza.

Finalmente, un detalle con el que soñamos (aunque sabemos que suele ser el punto débil de casi todas las clínicas) es una buena atención al paciente. No tanto por parte de los médicos como del resto de personal que te atiende. Las pacientes de reproducción asistida pasamos por momentos muy difíciles, y no solemos encontrarnos el estoicismo cuando nos hacen comentarios del tipo: "Como lleváis tanto tiempo aquí...". Si en las clínicas supieran cuántos clientes pierden debido a los comentarios desafortunados, seguramente invertirían algo más en cuidar lo que sueltan por sus bocas.

El caso es que esta nueva clínica que hemos visitado ha cumplido con todos nuestros requisitos... y más.