Estaba en una tienda, probándome la camiseta que le queríamos regalar a una de mis amigas en agradecimiento por haber cuidado de nuestros gatos mientras estábamos de vacaciones, cuando corrí la cortina para preguntarle a Alma qué le parecía. Un niño rubito de apenas tres años se asomó entonces a mi probador.
– ¿Qué te parece? –le pregunté al pequeño–. ¿Estoy guapa?
El niño sonrió y se fue, y Alma y yo nos quedamos hablando sobre la camiseta. Al poco rato, caminábamos por el pasillo del centro comercial, preguntándonos dónde podríamos encontrar los pantalones cortos que buscábamos, cuando volvimos a ver al mismo niño rubito caminando sin su mamá. Alma se había fijado en ella mientras esperaba a que yo me cambiara, y no la veía por ninguna parte, así que me adelanté para preguntarle al niño si se había perdido. Él me miró lo justo para comprobar si me conocía y siguió caminando muy deprisa. Esperamos un poco para ver si aparecía la madre del niño, pero el niño se acercaba peligrosamente a las escaleras mecánicas, así que volví a adelantarme y le agarré suavemente del hombro:
– Estás perdido, ¿verdad? Dame la manita, corazón, vamos a buscar a tu mamá.
El pequeño necesitó un segundo para pasar de la desconfianza a la confianza y agarrarse a mi mano con fuerza, así que no me quedó ninguna duda de que estaba realmente perdido y, aunque no lo había parecido hasta entonces, probablemente muy asustado.
Enseguida nos topamos con una mujer que era guardia de seguridad y Alma le contó lo que había pasado. Mientras tanto, yo le expliqué al niño que aquella señora iba a llamar a su mamá por teléfono y que ella vendría a buscarlo en un momentito. El pobre no debió de darle ningún crédito a mis palabras, porque no se soltaba de mi mano, aunque finalmente conseguimos que se fuera con la mujer. Alma no se quedó nada tranquila y quiso que los siguiéramos hasta que encontraran a su mamá, pero a mí me pareció que el momento lesbianas-psicóticas-persiguen-niño-perdido-por-si-pueden-adoptarlo era perfectamente prescindible.
– A nosotras nunca se nos perderán nuestros niños en un centro comercial, ¿verdad?
– Claro que no –me aseguró Alma–, porque nosotras nunca traeremos a nuestros niños a un centro comercial.
El karma sabe que nuestros hijos serán forofos de los centros comerciales y que se nos perderán una cantidad vergonzante de veces, pero esa tarde sentí que íbamos a ser las mejores madres del mundo y que nuestros hijos, fueran del color que fueran, tuvieran la genética que tuvieran y hubieran estado en la tripa que hubieran estado, nos reconocerían como las personas con quien formar un vínculo de confianza, amor y respeto a lo largo del tiempo, y que a ese vínculo entre todos le llamaríamos familia.
Y me sonó genial.
Y me sonó genial.
2 comentarios:
Pobre peque, que susto se debió llevar. Yo me perdí una vez porque me desorienté, realmente mi madre estaba muy cerca pero fueron los minutos más angustiosos de mi tierna infancia. Seréis grandes mamás, seguro que si, pero coincido contigo en que se OS perderán los churumbeles: están programados para ello! Jijiji. Un abrazo :)
Me ha gustado mucho tu entrada, estoy segura que sereis unas mamis buenísimas!
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