Tenía la ilusión de relatar cronológicamente los acontecimientos de los últimos meses: la preparación de la FIV, la punción y todo lo que la rodeó, la betaespera... para acabar con la mejor de las noticias. Desgraciadamente, ya no puedo hacerlo como planeaba. Así que he decidido empezar por el final.
La FIV tuvo éxito. Logramos nuestro positivo. Y a las ocho semanas, se paró.
En la profunda inocencia que todavía me llenaba hace tan solo unos días, creía que lo peor que te podía pasar en este camino era cosechar una ristra de negativos. La incertidumbre, el miedo, la frustración... me parecían un precio suficientemente alto para lo que quería conseguir.
El dolor que ahora me consume, el vacío que se ha formado en mi interior, me han hecho comprender que dar la vida significa, invariablemente, firmar una sentencia de muerte. Si tienes suerte, tardará décadas en cumplirse, y tú, que la firmaste, no tendrás que enfrentarte con el horror. Es el orden de cosas que hemos considerado natural, porque nos permite seguir caminando por esa cara de la moneda que rebosa de vida, ignorando la verdad que se esconde al otro lado.
Cuando la pérdida se produce antes, delante de tus ojos, en el interior de tu cuerpo, ese horror cuya existencia preferimos ignorar se apodera de ti. Saliste a buscar la vida y te encontraste con la muerte. No era lo que tenía que pasar, pero ha pasado. Y te ha pasado a ti.
Mi camino se ha borrado. Rodeada por un bosque de fantasmas, solo acierto a encogerme, deshacerme por dentro... y llorar.
5 comentarios:
Ay, Remedios, me gustaría poder decirte algo que te sirva desde la distancia pero sé que en este momento no hay palabras. Sólo decirte que este dolor también pasará.
Te abrazo fuerte desde este lado del charco.
Lo siento tanto, preciosa...
Un abrazo de oso <3
Gracias :)
Acabo de leer esta trsite noticia y no tengo palabras. Lo siento tanto, preciosa. Te mando un abarazo enorme desde aquí.
Gracias, bonita :)
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