martes, 26 de agosto de 2014

Re-luna de miel



Cuando Alma y yo nos conocimos, una de las primeras cosas que tuvimos en común fue nuestra fascinación por Alemania. Ambas habíamos visitado el país antes de empezar a salir juntas y nos había enamorado: la gente, los paisajes, la historia... ¡y los escaparates llenos de dulces! Como ninguna de las dos había estado en la capital, sin embargo, el viaje a Berlín se convirtió de manera natural en uno de los planes idiosincrásicos de nuestra relación.

A pesar de ello, los años pasaban y entre nuestros destinos nunca se encontraba Berlín. Durante mucho tiempo, yo me sentí incapaz de coger un avión, ya que una de las formas que tomó mi depresión fue un insuperable miedo a volar. En los momentos más duros, ni siquiera era capaz de coger un tren sin pasarme todo el viaje temblando, así que imaginarme despegando fue durante años algo simplemente inalcanzable para mí.

Cuando por fin recuperé las fuerzas y volví a coger un avión, nuestra relación empezó a hacer aguas por todas partes y las ilusiones que durante años nos habían motivado se fueron quedando atrás. Finalmente, el año pasado decidimos separarnos sin saber, como es lógico, si íbamos a volver. Entre todas mis tristezas de entonces, recuerdo una que me hacía sufrir bastante: "Y al final... ¡ni siquiera fuimos a Berlín!".

Así que este verano, después del disgusto y el cansancio acumulados tras varios negativos, decidimos planear un viaje especial. Necesitábamos hacer algo que no habríamos hecho si me hubiera quedado embarazada (porque ahora soy capaz de viajar en avión, pero me tengo que drogar), además de darnos un premio que nos revitalizara individualmente y le diera un respiro a nuestra relación. Y aunque la cuenta bancaria se había quedado temblando, nos liamos la manta a la cabeza y pasamos cinco días de vacaciones en Berlín.

Fue un viaje inolvidable. No solo porque nos lo pasamos fenomenal y cumplimos uno de los sueños que tenemos en común, sino por todo lo que lo hemos disfrutado después, montando nuestro primer álbum digital, viendo un montón de películas y documentales alemanes en versión original, chapurreando las cuatro palabras que (en mi caso, porque Alma ya sabía) he aprendido en alemán...

Tan especial ha sido y tanto lo hemos alargado, que no dudamos en considerar ya el viaje a Berlín como nuestra re-luna de miel.

2 comentarios:

Opiniones incorrectas dijo...

Qué chulería! Es precioso disfrutar de aquello que nos gusta :) Y si es en pareja, ni digamos...

Remedios Morales dijo...

¡Síiii! Qué bien se está :D

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