La llamada nos pilló de vacaciones, sentadas en la escalinata de una iglesia-fortaleza. La verdad es que no la esperábamos: creíamos que, desde el momento en que nos habían llamado para confirmar que éramos las siguientes en la lista de espera, ya teníamos los embriones reservados; y que de sus características nos enteraríamos en la siguiente visita, o incluso durante el tratamiento.
Pero resulta que el protocolo es distinto. La chica que nos llamó me explicó que, precisamente, nos iba a indicar en ese momento las características de los embriones. Y me dijo: "Apúntalas". ¡Menuda situación! ¡Allí, en medio de aquel pueblito fronterizo, apúntalas...!
Menos mal que Alma siempre lleva una libreta pequeña a mano, con su boli y todo; libreta que, en esta ocasión, le había regalado yo hacía apenas unos días, después de comprarla como recuerdo de uno de mis lugares preferidos en el mundo (¡ay!). Así, que, contra todo pronóstico, pude apuntar.
Mentiría si no dijera que fue un momento mágico. Pase lo que pase después, en aquel instante yo sentí que empezábamos a conocer a nuestros futuros hijos. Que eran ellos. Que estaban ahí. Que eran así. A duras penas pude reprimir las ganas de llorar...
Son dos embriones vitrificados en día +3, uno de calidad B y otro de calidad C. Tal y como nos explicaron en nuestra primera visita, estas son las calidades que abundan en los embriones donados, así que son justamente las que esperábamos. Los donantes tienen características parecidas a las nuestras: ambos son altos, de ojos marrones y pelo castaño.
Alma y yo creemos que son embriones para los que, a su vez, se emplearon óvulos donados, pues la donante es jovencísima. Además de la tranquilidad que nos da esto (y el hecho de que estos mismos óvulos hayan dado lugar, al menos, a un embarazo evolutivo), la donante tiene el mismo grupo sanguíneo que Alma: un grupo que, encima, es bastante raro, pues lleva un Rh-.
Esta coincidencia nos ha parecido un regalo precioso que no ha hecho sino aumentar la ilusión de que sí, de que son nuestros hijos :)
Después de apuntar todas las características, tuve que confirmar si aceptábamos los embriones o no. Me gustó mucho que este protocolo se pareciera al de la adopción nacional, en la que te leen la historia de tu bebé para que lo aceptes o no antes de formalizar la asignación. Evidentemente, me faltó tiempo para decir que sí, que los aceptábamos, que cómo no los íbamos a aceptar si parecían venir ya con nuestros apellidos.
Desde entonces no paro de pensar en ellos, en nuestros congeladitos, y me siento enamorada, profundamente emocionada, con muchas ganas y mucho miedo pero, sobre todo, muchas ganas de tenerlos dentro de mí.
Ahora, cuando echo la vista atrás y pienso en mi duelo genético, me doy cuenta de que he superado la prueba, de que estoy donde quiero estar y de que, en este preciso instante, no puedo imaginar un camino mejor para mí.
5 comentarios:
Qué buena noticia!! Me alegro mucho
Ay qué emoción!!!!! felicidades!!!!! ♥
¡¡Muchas gracias!! :D
Qué bonito suena todo! Enhorabuena, ya queda menos!
¡Sí! ¡Mil gracias! :D
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