domingo, 10 de enero de 2016

Cambiar de clínica


Tenemos muchas razones para querer cambiar de clínica.

Las primeras son puramente emocionales. Después del segundo negativo de la segunda FIV, nos sentimos incapaces de volver. La última vez que hablé por teléfono con nuestra doctora, nos dijo que nos pasásemos por la consulta para hablar de lo que había pasado. Yo le expliqué que estábamos destrozadas y ella me dijo que lo entendía, que no teníamos que ir mañana, que la semana que viene estaría bien. Han pasado doce semanas desde la semana que viene, y aunque no descartamos esa última consulta, según pasa el tiempo vamos comprendiendo que será muy difícil vernos por allí.

Han sido ocho tratamientos. Ocho tratamientos con las mismas caras y en los mismos lugares. Y con cada uno de ellos hemos sumado una buena porción de emociones negativas. La cantidad total es demasiada. Necesitamos cambiar de escenario, aunque solo sea para descansar la vista y el corazón.

Pero no son esos los únicos motivos. Hay muchos aspectos que me gustan de nuestra doctora porque tengo comprobado que hay muchas cosas que hace muy bien. Por ejemplo, es muy cuidadosa con los procedimientos técnicos y no suele hacerte daño con el ecógrafo, el espéculo o la sonda. De hecho, tras mi segunda punción pude comprobar la enorme diferencia que media entre las manos expertas de nuestra doctora y el elefante en una cacharrería que me agujereó lo más íntimo la primera vez. 

Sin embargo, después de dos años en la misma clínica, los pequeños detalles que al principio nos disgustaban han pasado a resultarnos insoportables.




Por ejemplo, son un desastre con el papeleo. En varias ocasiones se han olvidado de cobrarnos un análisis; lo cual, si bien es una alegría para el bolsillo, demuestra el descontrol que llevan aun siendo una clínica pequeña. También en alguna ocasión han intentado cobrarnos dos veces algo tan grande como una transferencia embrionaria. E incluso nuestra doctora olvidó que nos había mandado una prueba supuestamente fundamental, como es la biopsia de endometrio. Para la cual, por cierto, nos estuvieron mareando durante un mes porque no se ponían de acuerdo en quién tenía que hacérmela, si la ginecóloga o nuestra doctora. Igual que nos marearon con el segundo preoperatorio, hasta dejarnos sin tiempo para hacerlo por la Seguridad Social. Afortunadamente, esta vez tampoco nos cobraron, no sé si por cortesía o por un nuevo despiste.

Queremos pensar que el desastre solo atañe a la parte burocrática, pero es inevitable preguntarse si va más allá. Si en alguna ocasión también pasaron por alto un dato significativo en una prueba o se olvidaron de no sé qué cosa con una muestra de semen, un óvulo o incluso un embrión. Por supuesto que ya no tiene sentido hacerse mala sangre con esto, porque lo hecho, hecho está; pero la duda que flota en nuestras mentes es un motivo más que suficiente para buscar una segunda opinión.

Por otro lado, algo que tampoco me gusta nada de nuestra doctora es su opacidad con la información. Entiendo que esto es algo personal, porque sé que hay gente que prefiere dejar el tratamiento en manos de los médicos y saber lo menos posible para no angustiarse con los datos. Pero no es mi caso. Sin embargo, me he quedado sin conocer un montón de cosas que ni siquiera han quedado reflejadas en un papel. Como los resultados de los análisis de estradiol. O la clasificación de nuestros embriones. O las betas.

Para mí, no es suficiente que me digan cosas como "Vas bien" o "Muy bonito". ¿Qué tengo? ¿Cinco años? Sé que esto es algo propio de nuestra doctora porque algunas veces nos ha atendido otra persona y nos ha hablado de otra manera. "Tienes un folículo de tantos milímetros y eso quiere decir esto" o "Tu estradiol está a tanto y eso significa esto y lo otro". Además, siempre he tenido la sensación de que nuestra doctora no recibía nada bien mis preguntas. Y ese tipo de paternalismo no me gusta. Yo no soy médico ni aspiro a serlo, pero soy una persona formada y autónoma y, además, se trata de mi cuerpo.

Somos conscientes de que no existe la clínica perfecta. De que cuando visitemos un sitio nuevo, empezaremos a echar de menos algunas cosas buenas de esta clínica que ahora mismo no valoramos. Pero también es verdad que ahora tenemos mucha más experiencia que cuando empezamos y que sabemos lo que queremos y lo que ya no soportamos. Es hora de darnos la oportunidad de probar un sitio nuevo, a pesar de las dudas y de los miedos inevitables.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola!!
Yo creo que cambiar de clinica es un paso muy bueno, a nosotros nos ocurrio casi lo mismo que a vosotras, que nuestro gine era muy poco dado a hablar de lo que nos pasaba, en un año entero , a pesar de mi insistencia nunca supe cual era mi valor de antimulleriana y despues de tres ICSIS me fui a otra clinica y alli me dijeron que mi reserva estaba baja, que tenia que pasar a una ovodonacion y que mi gine era poco menos que un caradura. Cuando nos informaron de esto, fuimos a verle y a pedirle explicaciones y su respuesta fue que en España tiramos la toalla muy pronto y enseguida nos pasamos a ovodonaciones cuando de lo que se trata es de intentar e intentar una y otra vez hasta que salga...y yo le respondi, que la que pagaba esas pruebas-error era yo y que debia estar informada de las posibilidades reales de conseguirlo antes de seguir pagando por tratamientos poco efectivos en mi caso.
Afortunadamente, en esta otra clinica nos abrieron los ojos, nunca es tarde para darse cuenta de las cosas. Espero de corazon que el cambio que habeis dado sea para mejor, yo creo que sí.
Un saludo!!!

Remedios Morales dijo...

Muchas gracias por compartir tu experiencia, ¡la verdad es que es tremenda! Me alegra que acertarais con la nueva clínica, ojalá sea también nuestro caso :)

Anónimo dijo...

Hola! Llevo tiempo siguiendo tu blog (enhorabuena!!!!) pero nunca te he escrito. Estamos buscando clínica en Madrid, en nuestro caso la idea es el método Ropa, y quería preguntarte a qué clínica cambiásteis y si la recomendais. Un abrazo! Leticia

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