Y llegó el momento de empezar a pincharse, tras una semana de haber dejado la píldora y tres días después de que me viniera la regla.
Aunque yo ya me había tenido que pinchar en mis dos últimas inseminaciones, la estimulación para la FIV me daba pavor. Me había acostumbrado a unos pinchazos irrisorios, de entre 25 y 50 Ul, pero sabía que ahora tendría que inyectarme cantidades mayores, y me sentía incapaz de enfrentarme a la aguja.
Durante los primeros cuatro días, sin embargo, apenas me tuve que inyectar 75 Ul. A mí me parecía que no iba a ser suficiente para conseguir una buena cantidad de folículos, pues con las dosis anteriores no habíamos llegado ni a dos. Sin embargo, mi doctora prefería comenzar así, porque los ovarios con SOP tienen una tendencia casi irresistible a la hiperestimulación. Además, si acaso no era suficiente, siempre estábamos a tiempo de aumentar la dosis.
Y eso fue lo que pasó. Después de cuatro días de pinchazos, en el primer control ecográfico no se vio ningún folículo. Yo, que había ido preparada para memorizar todas las medidas que la doctora le dictara a la enfermera, me quedé en shock cuando vi que sacaba el ecógrafo sin decir nada, después de haberme urgado a conciencia, apretándome los ovarios y haciéndome bastante daño.
Y es que el síndrome de ovarios poliquísticos es impredecible. Cada mujer lo sufre de una manera y cada cuerpo reacciona como le parece a las hormonas. Concretamente, yo padezco un SOP bastante escandaloso para algunas cosas (como el acné), pero absolutamente indetectable para otras: tengo la regla todos los meses, la proliferación de folículos solo se muestra al principio del ciclo, y parece ser que necesito unas cantidades estándar de hormonas para que mis ovarios entren en "modo FIV".
Y es que el síndrome de ovarios poliquísticos es impredecible. Cada mujer lo sufre de una manera y cada cuerpo reacciona como le parece a las hormonas. Concretamente, yo padezco un SOP bastante escandaloso para algunas cosas (como el acné), pero absolutamente indetectable para otras: tengo la regla todos los meses, la proliferación de folículos solo se muestra al principio del ciclo, y parece ser que necesito unas cantidades estándar de hormonas para que mis ovarios entren en "modo FIV".
La doctora pensó que la estimulación mejoraría si aumentábamos la dosis a 100 Ul. Sin embargo, los resultados del análisis de estradiol que me hicieron ese día dieron valores muy bajos, por lo que finalmente me tuve que pinchar 150 Ul.
Reconozco que tener que doblar la cantidad me sentó bastante mal. Entiendo que los médicos tienen que comprobar la reacción de cada cuerpo, pero me parece que mi caso era bastante predecible. Si con 50 Ul me creció un folículo y medio, ¿cómo me iban a crecer entre ocho y diez folículos con solo 25 Ul más? Aunque no sea matemática, la proporción estaba cantada, y no se me quita de la cabeza que, de haber empezado con 100 Ul, la estimulación podría haber ido mejor.
Reconozco que tener que doblar la cantidad me sentó bastante mal. Entiendo que los médicos tienen que comprobar la reacción de cada cuerpo, pero me parece que mi caso era bastante predecible. Si con 50 Ul me creció un folículo y medio, ¿cómo me iban a crecer entre ocho y diez folículos con solo 25 Ul más? Aunque no sea matemática, la proporción estaba cantada, y no se me quita de la cabeza que, de haber empezado con 100 Ul, la estimulación podría haber ido mejor.
Aunque tampoco es que fuera mal. Después de tres días pinchándome 150 Ul, fuimos a un segundo control ecográfico y ya pudimos observar entre ocho y diez folículos. Todos medían 10, 11 y 12 mm. y estaban repartidos entre los dos ovarios. Esto fue algo que me alegró bastante. En primer lugar, porque durante las inseminaciones siempre tenía los folículos en el ovario izquierdo, y había llegado a temer que mi ovario derecho no funcionara. Por otra parte, el hecho de que todos los folículos tuvieran medidas similares me animó mucho, ya que eso quería decir que había muchas posibilidades de que crecieran a la vez y se pudieran obtener bastantes óvulos maduros.
Cada control ecográfico va acompañado de un análisis de estradiol, para comprobar que lo que se ve en la pantalla tiene una correlación hormonal. Mi brazo derecho, sin embargo, ya no daba más de sí. A estas alturas, llevaba tres análisis practicados en el mismo punto (¿¡por qué!?): el del preoperatorio, el del control de reposo ovárico y el del primer control ecográfico. Esta última vez le había comentado a la enfermera la posibilidad de que no fuera buena idea volver a pincharme justo en el mismo lugar, pero ella le quitó importancia: "Mientras no se te desgarre la vena...".
Y se me desgarró. No me quedó ningún hematoma, porque me estuve apretando durante media hora, pero el "agujerito" se convirtió en un "agujeraco" que ocupaba medio brazo. Así que esta vez puse el brazo izquierdo, que es mi brazo malo, porque tiene las venas muy escondidas y porque se me quedan unos hematomas fenomenales. Así que mi apariencia de "Ecce Homo" comenzó a ser considerable.
Pasé tres días más pinchándome 150 Ul. En el siguiente control, mis folículos ya medían entre 18 y 20 mm. Desgraciadamente, fue en este momento cuando mi SOP entró en acción: habían crecido también un montón de folículos nuevos, cuyas medidas oscilaban entre 11 y 15 mm. Llegué a contar más de diez por ovario (!), la mayoría inútiles, puesto que su crecimiento ya no era armónico.
Aún tuve que inyectarme 150 Ul más y volver a control al día siguiente, con su correspondiente análisis. Para entonces, llevaba tres análisis en el brazo derecho y tres en el izquierdo; uno tenía la vena desgarrada y el otro estaba lleno de hematomas de colores. ¡Estaba hecha un cuadro! Aunque todavía era septiembre y apenas había comenzado el otoño, yo ya llevaba chaquetas de manga larga, porque no podía ir así a ninguna parte. Por suerte, aquel fue mi último control antes de la temida punción.
El endometrio, por su parte, había seguido un desarrollo estupendo: fue engrosando de 5 a 8 mm., hasta llegar a los 12. Las medidas ideales para que se produzca la implantación están entre 9 y 12, así que todo iba muy bien. En el último control, la doctora le comentó a la enfermera, además, que tenía el endometrio "trilaminar", es decir, completamente desarrollado y preparado para recibir a un embrión.
En cuanto a mí... bueno. Logré sobrevivir a los pinchazos, que era más de lo que había esperado, porque el tratamiento se me hacía cuesta arriba desde el mismo momento en que me lo explicaron. Como ya había aprendido a pincharme bastante bien durante las inseminaciones, no me quedaron hematomas ni me dolieron demasiado las banderillas. Incluso aprendí un truco: apretando antes con el dedo, es posible encontrar el lugar de la tripa donde menos te duele ese día :)
Pero estarse pinchando durante más de diez días no puede ser inocuo. Al principio, notaba cierto "movimiento" en los ovarios, pero desde que me aumentaron la dosis, aquello empezó a crecer y a molestar bastante. Los últimos días me resultaba pesado moverme: me recuerdo atravesando el patio de mi instituto como una viejecita escocida que veía las estrellas cada vez que se sentaba o se levantaba de una silla. De hecho, tuve que dejar de ir a mis clases de pilates porque no podía hacer fuerza ni con los brazos ni con el abdomen; lo cual fue un fastidio, porque las clases me estaban sirviendo, sobre todo, para desconectar mentalmente.
El mejor momento para mí fue, sin duda, la tarde anterior a la punción: por primera vez en doce días no tenía que ponerme ninguna inyección y mi tripa se había relajado un poco. Me sentía libre y pensaba que lo peor había pasado.
Desgraciadamente, me equivoqué.
Cada control ecográfico va acompañado de un análisis de estradiol, para comprobar que lo que se ve en la pantalla tiene una correlación hormonal. Mi brazo derecho, sin embargo, ya no daba más de sí. A estas alturas, llevaba tres análisis practicados en el mismo punto (¿¡por qué!?): el del preoperatorio, el del control de reposo ovárico y el del primer control ecográfico. Esta última vez le había comentado a la enfermera la posibilidad de que no fuera buena idea volver a pincharme justo en el mismo lugar, pero ella le quitó importancia: "Mientras no se te desgarre la vena...".
Y se me desgarró. No me quedó ningún hematoma, porque me estuve apretando durante media hora, pero el "agujerito" se convirtió en un "agujeraco" que ocupaba medio brazo. Así que esta vez puse el brazo izquierdo, que es mi brazo malo, porque tiene las venas muy escondidas y porque se me quedan unos hematomas fenomenales. Así que mi apariencia de "Ecce Homo" comenzó a ser considerable.
Pasé tres días más pinchándome 150 Ul. En el siguiente control, mis folículos ya medían entre 18 y 20 mm. Desgraciadamente, fue en este momento cuando mi SOP entró en acción: habían crecido también un montón de folículos nuevos, cuyas medidas oscilaban entre 11 y 15 mm. Llegué a contar más de diez por ovario (!), la mayoría inútiles, puesto que su crecimiento ya no era armónico.
Aún tuve que inyectarme 150 Ul más y volver a control al día siguiente, con su correspondiente análisis. Para entonces, llevaba tres análisis en el brazo derecho y tres en el izquierdo; uno tenía la vena desgarrada y el otro estaba lleno de hematomas de colores. ¡Estaba hecha un cuadro! Aunque todavía era septiembre y apenas había comenzado el otoño, yo ya llevaba chaquetas de manga larga, porque no podía ir así a ninguna parte. Por suerte, aquel fue mi último control antes de la temida punción.
El endometrio, por su parte, había seguido un desarrollo estupendo: fue engrosando de 5 a 8 mm., hasta llegar a los 12. Las medidas ideales para que se produzca la implantación están entre 9 y 12, así que todo iba muy bien. En el último control, la doctora le comentó a la enfermera, además, que tenía el endometrio "trilaminar", es decir, completamente desarrollado y preparado para recibir a un embrión.
En cuanto a mí... bueno. Logré sobrevivir a los pinchazos, que era más de lo que había esperado, porque el tratamiento se me hacía cuesta arriba desde el mismo momento en que me lo explicaron. Como ya había aprendido a pincharme bastante bien durante las inseminaciones, no me quedaron hematomas ni me dolieron demasiado las banderillas. Incluso aprendí un truco: apretando antes con el dedo, es posible encontrar el lugar de la tripa donde menos te duele ese día :)
Pero estarse pinchando durante más de diez días no puede ser inocuo. Al principio, notaba cierto "movimiento" en los ovarios, pero desde que me aumentaron la dosis, aquello empezó a crecer y a molestar bastante. Los últimos días me resultaba pesado moverme: me recuerdo atravesando el patio de mi instituto como una viejecita escocida que veía las estrellas cada vez que se sentaba o se levantaba de una silla. De hecho, tuve que dejar de ir a mis clases de pilates porque no podía hacer fuerza ni con los brazos ni con el abdomen; lo cual fue un fastidio, porque las clases me estaban sirviendo, sobre todo, para desconectar mentalmente.
El mejor momento para mí fue, sin duda, la tarde anterior a la punción: por primera vez en doce días no tenía que ponerme ninguna inyección y mi tripa se había relajado un poco. Me sentía libre y pensaba que lo peor había pasado.
Desgraciadamente, me equivoqué.
2 comentarios:
Yo también tengo los ovarios como los tuyos pero es cierto que emepzaron con una dosis muy bajita, pero mi tercera fiv me mandaron las misma dosis, 75 de gonal y bueno, pues solo hice dos foliculos... aun asi a ellos les pareció bien. El problema fue el dia de la punción que un ovario (por el que siempre ovulo) estaba inaccesible... asi que solo me pudieron sacar un foliculo, y otros dos mas que vieron en ese mismo ovario.
Segun tengo entendido la primera fiv suele ser para probar como funciona tu cuerpo... es un coñazo porque las ilusiones y el dinero a veces si no funciona se echa a perder!
Gracias por contarme esto, Meri, ahora me quedo más tranquila. Tenía la sensación de que empezar con esa dosis fue una gran cagada :S
Entiendo la idea de que los médicos tengan que "probar" y "comprobar" las reacciones de nuestros cuerpos, y no me importaría tanto si, al menos, las "pruebas" no costaran tanto dinero...
Pero es que, desde el punto de vista de las pacientes, ¡es terrible! Yo estuve hecha un manojo de nervios durante toda mi primera FIV por culpa del dinero. Con cada cosa que veía que salía mal, pensaba: "Ahí van otros 500 euros".
Ahora empiezo a relativizar esas ideas, pero me cuesta, porque los ahorros no son infinitos y porque... ¡no estoy acostumbrada a gastar tanto! Que no somos millonarias, ni mucho menos... :(
En fin, pero al final no queda más remedio, así que, ahí seguiremos ;)
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