Junto a las pruebas que valoran el estado general de la salud ginecológica de la pareja, la futura madre gestante debe hacerse otras pruebas que son básicas para evaluar el estado de su fertilidad. Y aunque en un primer momento parecen sencillas, se pueden complicar bastante y dilatar el proceso en el tiempo, como ocurrió en mi caso.
En principio, se trata solamente de dos pruebas: una ecografía y un análisis de sangre. Ambas deben realizarse entre el tercer y quinto día de la regla, que es cuando se puede estudiar la reserva ovárica de la futura madre gestante. Si, por cualquier circunstancia, no se pueden llevar a cabo durante esos días, es necesario esperar a la siguiente regla, algo que a mí me ocurrió dos veces.
Por otro lado (y esta es una información muy valiosa que me habría ahorrado bastante tiempo), la primera prueba que debe realizarse es la ecografía. Esta prueba, además, tiene que llevarla a cabo el médico de la clínica de reproducción asistida, que es el experto en valorar la fertilidad. Dependiendo de lo que encuentre, habrá que realizar un análisis u otro, además de otras pruebas complementarias. En mi caso, este punto no me quedó muy claro, así que, ante la perspectiva de poder realizar todas las pruebas por la Seguridad Social, pedí cita con mi doctora de cabecera y anulé la cita que habíamos pedido en la clínica. ¡Error!
Mi doctora de la Seguridad Social, tal y como había ocurrido con las otras pruebas, me pidió el análisis de sangre sin ningún problema. En este análisis se valoran las hormonas basales, que son aquellas que regulan el ciclo reproductivo (FSH, LH, TSH, prolactina y estradiol) y su extracción puede coincidir con la serología que te piden para descartar enfermedades.
En las clínicas, el proceso para realizar este análisis es bien sencillo: llamas el día que te viene la regla y tres, cuatro o cinco días después te haces el análisis. En la Seguridad Social, sin embargo, te piden que calcules, con aproximadamente un mes de antelación, cuándo te va a venir la regla para darte cita para el análisis. No solamente tienes que calcularlo con un margen de error de tres días, sino que, además, no siempre te ofrecen la fecha de tu regla más próxima: al no haber ningún fecha libre antes, tienes que esperar dos.
Personalmente, esta situación me creó muchísimo estrés. En primer lugar, tuve que discutir con la administrativa de mi centro de salud para que entendiera que todas las pruebas que mi doctora me había pedido no se podían realizar el mismo día, ya que unas tenían que ser CON la regla (los dos análisis) y otras NO podían llevarse a cabo esos días (la citología y los cultivos). Después de tirarme un buen rato discutiendo con la señora (todavía no comprendo por qué me cuestionó un procedimiento médico cuando ella no es una profesional sanitaria), le pedí que avisara a mi doctora como criterio de autoridad, si tan segura estaba de que yo le pedía un imposible. Afortunadamente, mi doctora le explicó que yo tenía razón, y el tema quedó aparentemente zanjado. Y digo aparentemente porque me duplicó dos citas (las del espéculo) y me siguió dando uno de los cultivos para el día del análisis (cosa que me solucionaron muy amablemente las enfermeras y la matrona; de lo contrario, habría tenido que realizar todo el proceso de nuevo).
Me pasé las semanas anteriores al análisis haciendo cábalas nocturnas (y mientras una hace cábalas, no duerme). "Si me viene la regla este día, llego al análisis, aunque se me podría retrasar hasta tal día, porque tengo margen. Y si me viene por la tarde, ¿contará el día completo? Porque entonces a lo mejor las cuentas son otras...". Mi doctora de cabecera me había dicho que, si no me cuadraba la fecha que me habían dado con la regla, podría hablar con el personal administrativo para llegar a un acuerdo. A mí esta idea me producía aún más terror: si no había podido conseguir que me diera unas simples citas correctamente, ¿cómo le iba a pedir un favor a aquella señora...?
Gracias a una conjunción de los planetas, sin embargo, la regla me vino en fecha para el análisis. Para ello, fue necesario acumular insomnio, estrés y ansiedad en cantidades suficientes como para alargar mi ciclo menstrual, que no volvería a recuperar sus veintiocho días de oro hasta seis meses después. Claro que la aventura no se quedó aquí.
El día anterior al análisis me hicieron la ecografía en la clínica. La verdad es que me había llenado de temores ante el resultado: una nunca piensa en cómo será su reserva ovárica (ni sabe lo que es, al menos en mi caso) hasta que no se encuentra ante una situación semejante. Pero, en aquel momento, parecía que mi vida entera pendía del número de folículos que la doctora pudiera encontrar en mis ovarios. Así que, cuando le empezó a decir números a la enfermera (luego entendí que se referían al tamaño de cada folículo), me relajé completamente. ¡Tenía muchísimos! ¡Mis ovarios estaban a tope...!
Y tan a tope. No había acabado de cerrar las piernas cuando la doctora me espetó, muy seria: "Tienes ovarios poliquísticos. Vístete y hablamos". Aparecí en la consulta sintiéndome muy confusa. Sabía que aquel podía ser mi diagnóstico, pero todos los médicos anteriores con lo que lo había tratado le habían quitado importancia. Esta doctora, sin embargo, se dirigió a Alma y a mí con un tono terrorífico. "Tienes ovarios poliquísticos. Seguramente no ovules. Esto lo cambia todo". Yo me quedé blanca, porque no entendía a qué se refería. Alma casi se echa a llorar, pues el tono de voz parecía querer decirnos que no podríamos tener hijos en la vida. Y aún quedaba la traca final.
"El análisis que te mandé no es suficiente, hay que mirar más cosas. ¿Cuándo lo tienes?". "Mañana", le respondí. "¿Y podrías decirle a tu médico que te añadiera otros parámetros?". En mi mente empezaron a dar vueltas todas las semanas de cábalas nocturnas y la discusión con la administrativa del centro de salud. Creo que la miré de una manera tan terrorífica como ella me miraba a mí. "NO". Mi respuesta sonó contundente. "Vale, no te preocupes. Con las hormonas de este análisis podremos hacernos una idea para ir empezando...".
Me parece que, en aquel momento, nosotras también empezamos a hacernos una idea, aunque todavía difusa, de TODO lo que estábamos empezando...
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