sábado, 19 de agosto de 2017

La espera agridulce

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Hace unos días, llevada por la intuición, abrí de nuevo Las voces olvidadas, un libro que ha sabido acompañarme y darme el consuelo que necesitaba en muchos de los momentos dolorosos que he atravesado a lo largo de estos últimos años. Recordaba que tenía un capítulo dedicado a la experiencia del embarazo después de una o varias pérdidas, y sentía que necesitaba leerlo.

La primera parte del capítulo, dedicada a las emociones de las mujeres que nos enfrentamos a esta experiencia, se titula "La espera agridulce". El título en sí mismo ya es un gran acierto, y las palabras que lo siguen, también. Releerlas me llenó de lágrimas, pero también de un profundo e intenso alivio. Vuelvo a comprender que no estoy loca, que no me enfrento sola a esta situación, que somos muchas quienes la hemos padecido, que debemos alzar nuestras voces para ser reconocidas y respetadas. 

La nueva gestación tras la pérdida [...] es una situación que va a suponer un desgaste físico y emocional muy importante. [...] El miedo es paralizante. Sentir que puede volver a ocurrir es aterrador. Es una prueba de resistencia [...], una maratón psíquica. Se ha perdido la inocencia de la espera para siempre. Pero tenemos una buena noticia: no todo el tiempo se vive en esta angustia. Hay treguas. Hay ratos de paz, de sosiego, de ilusión y de esperanza renovada. Como en una montaña rusa, la angustia vuelve. ¡Cuántas veces la mamá piensa que se habrá vuelto loca: por las supersticiones, por la hipervigilancia extrema...! [...] Un embarazo tras pérdida es así: saberlo y aceptarlo es mucho mejor, porque la angustia de pensar que este estado afecta negativamente al nuevo bebé asalta a menudo y acrecienta el padecimiento.

Me gusta la manera en que se expresan en esta obra, sin edulcorantes, sin juicios. No se recrean en el dolor, pero tampoco lo eluden: "Un embarazo tras pérdida es así". Me encantaría que todo el mundo lo supiera, para que, cuando algunas mujeres vivimos una buena parte del embarazo asustadas, lloramos de puro miedo sin causa aparente, o incluso parece que perdemos el contacto con la realidad; quienes nos rodean pudieran comprender que se trata de la actitud normal tras una (o varias) experiencias traumáticas. 

Para que pudiéramos sentirnos acogidas y respetadas, para que no tuviéramos que enfrentarnos a la vergüenza de sentirnos débiles y tristes cuando los demás opinan que deberíamos sentirnos alegres y empoderadas. Y, sobre todo, para que nadie nos dijera, con la mejor de las intenciones, que nos relajemos, que no hay ningún peligro, que todo va fenomenal; porque no estamos locas, nuestros cuerpos han sufrido una herida (o varias) y la única manera de sanarla es atravesando el dolor, no ignorándolo. Aunque el embarazo actual se desarrolle de manera perfecta, antes ha habido otros que no lo han hecho: los demás pueden haber aprendido a obviarlos, pero nosotras no podemos.

Son muchos los párrafos de este libro que yo misma podría haber firmado, párrafos en los que se describen situaciones muy concretas y que me hacen sentir menos sola en esta experiencia:




¡Pero si la pérdida fue temprana! Pasada la semana en la que se perdió al hijo anterior, ¿la mamá se instalará en la tranquilidad y la alegría? En general, no. La mayoría de mujeres esperan ansiosas pasar la fecha temida, y una vez pasada la alegría momentánea, vuelve la incertidumbre y descubren que esto será así hasta que lo tengan un brazos. O incluso más allá, en mayor o menor medida. La inocencia se pierde para siempre y en todos los embarazos posteriores.

Yo también pensaba que, a lo mejor, pasada la semana ocho, me sentiría más aliviada. Pero no fue así. El mismo alivio de saber que había llegado más lejos que nunca con este embarazo me llenaba de un miedo cada vez mayor a sufrir otra pérdida, pues sabía que, a medida que fuéramos avanzando, esta sería mucho más devastadora física y emocionalmente. Por momentos, incluso, deseaba que el embarazo no hubiera llegado tan lejos, porque, si se tenía que perder, habría preferido que ocurriera en las primeras semanas. Quizá haya quien piense que esta secuencia de pensamiento no es lógica, pero hay que entender que mi mente pone el acento en el aborto, no en el embarazo: cuanto más avanza el embarazo, peor es el aborto. No hay más.

Una característica común de estos embarazos es la imposibilidad de pensar en el futuro o no querer hablar de él. El tiempo de gestación se ve como una carrera larguísima de obstáculos, una prueba de resistencia donde no se ve el final, o donde no se ve nada claro el final feliz. Alguien bienintencionado puede preguntar a la mamá para cuándo espera al bebé, y a su cabeza le viene la idea de quién piensa en la fecha del parto si está pendiente de la próxima prueba y sus resultados.

Leer este párrafo me hizo llorar y reír al mismo tiempo. ¡Madre mía! ¿Es que me han estado observando por un agujerito? Durante la mayor parte de este embarazo, he sido incapaz de responder a la pregunta: "¿De cuántas semanas estás?". Era escucharla y notar un vacío en mi cabeza. Responderla me hacía sentir como si invocara a todos los gafes, una especie de maldición heredada de mi primer embarazo, en el que me atreví a responder a la pregunta en un par de ocasiones que me pillaron desprevenida. Poco a poco, sin embargo, me voy acostumbrando, voy cogiendo fuerza en las respuestas y soy capaz de darlas sin que me tiemble la voz. A la pregunta que todavía no puedo responder sin marearme, y me temo que me ocurrirá durante mucho más tiempo, es a: "¿Y para cuándo es?".

Si esto me ocurre con preguntas que escucho una y otra vez, las cuestiones más insidiosas, del tipo: "¿Habéis mirado ya el carro?" o "¿Cuándo estarás de baja?", son temas de los que, directamente, me niego a hablar. 

Cabe destacar que las fechas de visita médica, de ecografías... suelen ir precedidas de algunos días de angustia creciente, pesadillas y ansiedad. Si la cita médica ha ido bien, la calma y la tregua duran un tiempo limitado, y vuelta a empezar. Si se siente que la fecha de la siguiente visita queda muy lejos, la angustia empieza ya por este motivo.

Esta es una experiencia que también reconozco, porque me ha pasado en todas y cada una de las pruebas y consultas que he pasado hasta ahora, y han sido unas cuantas. Alma también sufre su buena dosis de ansiedad, sobre todo antes de una ecografía. Vernos a las dos en una sala de espera, imbuidas cada una en sus propios pensamientos para no retroalimentarnos, es todo un espectáculo.

Quizá haya quien lea esta entrada y se lamente de que nuestros embarazos sean una fuente de sufrimiento tan grande. Evidentemente, lo son, y eso es algo que quiero dejar bien claro. Pero, tal y como hacen en el libro, yo también quiero insistir en que eso no es lo único que son. También hay momentos de calma, de serenidad, de gran alegría e ilusión. Las emociones positivas y negativas se alternan; incluso hay veces en que se sienten ambas a la vez, y con mucha intensidad. 

Para comprender el conjunto, creo que es importante no perder de vista cuál es el objetivo:
Se requiere pasar por ello, por un nuevo embarazo, 
para intentar acabar con un bebé vivo en brazos. Es así de duro.

No lo hacemos por diversión, lo hacemos por necesidad. Para algunas mujeres, la entrada en la maternidad es un túnel largo y tortuoso, que atravesamos llenas de esperanza y de dolor. Y no, no hay alternativa posible para nosotras.

Nuevamente, recomiendo este libro a cualquier mujer que necesite consuelo y apoyo en sus pérdidas, y también a quienes las rodean y desean comprenderlas y acompañarlas. Aunque, en general, me parece que esta obra y las experiencias que expone deberían ser ampliamente difundidas, porque la muerte forma parte de la vida y todos deberíamos aprender de ambas.

3 comentarios:

Giulietta dijo...

Te llevo siguiendo desde hace tiempo. Tus entradas me ayudan a saber que no estoy sola. Yo ya tengo un bebé precioso y sanisimo. Que vino espontáneo después de muchos tratamientos infructuosos.
En aquel embarazo lo pase muy muy mal durante el primer trimestre sobretodo luego me convencí de disfrutar por si no había una segunda.

Pero la hubo y a los 9 meses de mi gordito me quede embarazada otra vez y lo perdí a las 6-7 semanas. Fue horrible y raro a la vez.

Y ahora vuelvo a estar embarazada de 10+4 nos han dado un susto horrible vieron un quiste en el cordón en la semana 8, y nos dijeron que podia estar relacionado con problemas cromosómicos. Está siendo muy muy duro pero espero que poco a poco salgamos de ahí. La entrada de hoy no puede ser más apropiada, no quiero hablar con nadie del bebé ni de fechas de parto ni nada y a la vez me siento culpable de no estar dándole todo mi amor a este tesoro por puro miedo y para protegerme.

En fin os deseo todo lo mejor en vuestro embarazo y sigue escribiendo . Un abrazo

Teacher Rocío dijo...

Pues yo solo puedo decir lo siento porque creo que sin intención alguna de hacerte daño te he cuestionado cada una de las preguntas que describes en tu entrada e incluso alguna más.

Considero que el libro dice verdades como puños y hay embarazos que son como una montaña rusa pero sin cinturón de seguridad. Y yo tengo esta manía de intentar hacer más fácil lo que es difícil para ti ahora mismo.

Vuelvo a decir que lo siento si te he hecho daño. Un saludo

Remedios Morales dijo...

Giulietta, me alegra que mi blog haya contribuido a que te sientas acompañada, es algo que no tiene precio: lo sé porque a mí también me ha pasado con los relatos de otras compañeras. Te deseo lo mejor para este nuevo embarazo, aunque entiendo todo el miedo y el rechazo que debes de estar sintiendo.

Huro... si alguna vez has podido meter la pata con algún comentario, te garantizo que lo has compensado con creces el resto del tiempo. Muchas gracias por todo, de nuevo :D

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