domingo, 7 de mayo de 2017

Recuperando la ovulación

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Para este tratamiento he tomado la decisión de dejar la píldora con un mes de antelación. En el anterior, hubo cierta controversia sobre esto: la primera doctora que nos vio, nos dijo que era necesario; la última, que no hacía falta, que muchísimas mujeres se quedaban embarazadas justo después de dejar la píldora y que yo podía ser una de ellas. Y, efectivamente, lo fui. Así que no he dejado la píldora porque tenga miedo de no quedarme embarazada. Mis razones son otras.

Lo primero que me he planteado es el vínculo nefasto entre los anticonceptivos orales y la coagulación elevada. Las cifras no dejan lugar a dudas: la hiperhomocisteinemia multiplica el riesgo de sufrir un evento trombótico (léase, un aborto) por 2,5, mientras que la ingesta de anticonceptivos orales lo hace por 4. Y como de la primera no me puedo librar debido a la mutación que tengo, he decidido librarme de la segunda. Lo consulté con el inmunólogo para ver qué le parecía, pero él prefirió remitirme a mi ginecóloga. Y como "mis" ginecólogas de la clínica no parecen tener un criterio unificado, al final he tomado yo sola la decisión.

Por otro lado, en el último tratamiento lo pasé bastante mal mientras esperaba a que mi cuerpo, cual bella durmiente, despertara del sopor de la píldora. El ciclo en el que me quedé embarazada fue un ciclo muy largo, tuve que hacerme muchas ecografías porque mis ovarios se peleaban por ovular, me mordí las uñas durante días hasta que vimos a mi endometrio crecer... Todo formaba parte de un proceso normal, pero a mí me generó muchísima inquietud. Así que, esta vez, he preferido darle a mi cuerpo la oportunidad de amenizarnos la espera con un ciclo más corto y menos extremo. En realidad, no confío en lograr la regularización absoluta en un solo mes, pero cuento, por ejemplo, con que mi endometrio crezca de una manera menos errática después de pasar por una regla "de verdad".

Todo esto no ha impedido, sin embargo, que haya pasado bastantes nervios este mes, mientras contaba los días para ver aparecer de nuevo los signos evidentes de la ovulación. Si mis cálculos no fallan, va a ser un ciclo de 35 días, lo esperable en una mujer SOP que acaba de dejar la píldora. En este caso, en vez de ovular a los 14 días, lo he hecho a los 21, pero... ¡de qué manera!

Mis ovarios han despertado del letargo como leones después de una hibernación. ¿Que los leones no hibernan? Claro. Pero si lo hicieran, te destrozarían viva cuando despertasen, tal y como lo han hecho mis ovarios. He sentido dolores de tripa horribles casi cada día, pinchazos sin fin en el ovario derecho (y en el izquierdo, para no ser menos), mareo, bajones de tensión, dolores de cabeza, cansancio extremo. Mis hormonas han salido a escena con tal fuerza, que hasta la pobre Alma, que nunca se desvía de los 26 días que duran sus ciclos, ya va por más de 30 sin que su regla se atreva a asomarse por casa.

Lo peor es que no solo se trataba de tener paciencia y aguantar el dolor, sino de superar el miedo a no ovular. ¿Que por qué tengo miedo a no ovular si siempre ovulo? Pues porque tengo SOP. Y a las mujeres SOP siempre nos meten miedo con el no-ovulas, no-ovulas. Y no es verdad. Muchas mujeres SOP ovulamos todos los meses. Y muchas mujeres SOP que no ovulan, lo consiguen después de regular su sistema endocrino, por ejemplo, tomando metformina y bajando de peso. Pero el SOP es tan desconocido y a los médicos les importa tan poco... que al final una ya no sabe qué pensar. Y como las mujeres SOP tenemos tendencias depresivas (¡para no tenerlas!), a veces nos da por pensar que no podemos. Que no vamos a poder nunca. 

Pero es mentira. 

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