martes, 18 de agosto de 2015

El pastillero

Para bajar la homocisteína y regular la coagulación, nuestra doctora de la clínica me prescribió tres pastillas: ácido acetilsalicílico 100 mg, ácido fólico masivo (7,5 mg) y un complejo vitamínico del grupo B, que incluye B1, B6 y B12.

(Disculpad que no ponga las marcas comerciales, algunas muy conocidas; pero es que me parece que las farmacéuticas ya se lucran bastante con nuestras desgracias como para encima hacerles publicidad gratuita. En cualquier caso, si alguien quiere información más concreta, puede dejarme un comentario).

La doctora me lo vendió como la cosa más fácil del mundo: sustituyes el ácido fólico que tomas normalmente por estas tres pastillas y ya está.

No tenía ni que despeinarme.

El problema es que esas tres pastillas, sumadas al hierro, los dos comprimidos de metformina y la píldora para el reposo ovárico, hacen un total de siete pastillas. Por si eso fuera poco, resulta que el ácido fólico masivo es incompatible con el hierro, como también lo son el complejo vitamínico y el ácido acetilsalicílico con la metformina.

Entonces entendí que había llegado el momento de rendir homenaje a la gran Maru Pesuggi y comprarme un pastillero. Porque recordar cuándo me tenía que tomar cada pastilla tres veces al día y mantener unos niveles de cordura suficientes para enfrentarme a una segunda FIV... era misión imposible.

Así que, según salimos de la clínica, Alma y yo nos plantamos en el mega-chino de nuestro pueblo y pedimos un pastillero. Pero no una cajita mona, no, ni siquiera uno con siete huecos. ¡Un pastillero profesional! ¡Como el de mi abuelo! 


He de decir que es una de las mejores compras que he hecho en mi vida. Una vez a la semana, me siento con mis chorrocientas cajas de medicamentos y voy llenando huecos según el puzzle que ideé después de leerme los prospectos y descubrir la alegría de las incompatibilidades. UNA VEZ a la semana. El resto de los días, simplemente cojo el pastillero en cada comida y me tomo las pastillas que hay en el hueco. Sin pensar en nada. Además, los compartimentos de cada día pueden extraerse de manera individual, así que, cuando salgo a comer fuera, también puedo llevarme el pastillero en versión reducida.

Claro que, como bien explicaba Maru en su entrada, la cosa no termina con el pastillero. Tengo también el móvil lleno de alarmas para las hormonas que debo inhalar dos veces al día y para la inyección de la tarde. Y es que, si quieres cumplir con el objetivo de estar lo más despejada posible durante un tratamiento, te tienes que buscar unos buenos periféricos para tu cerebro, o de lo contrario, tu cabeza explota. Más cuando sabes que toda esta medicación debe mantener un equilibrio del que depende nada más y nada menos que la existencia y posterior supervivencia de tu bebé.

Parece una locura irrealizable... pero SE PUEDE.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nena...ni que tuvieras 80 años! Que ridícula...

Carolina G dijo...

Yo creo buena idea lo del pastillero, porque necesitas estar al pendiente de la medicación y cuando son mas de 2 pastillas la verdad si se olvida. Yo estoy tomando calcio y he pensado en comprarme un pastillero porque siempre estoy con la duda si me lo tome o no. Trago siempre de tomarlo en el mismo horario (en la mañana ) pero con la prisa que salgo aveces a la oficina digo me habré tomado la pastilla ? Te felicito buena idea del pastillero un abrazo.

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