sábado, 27 de septiembre de 2014

Mis zonas erróneas



Estamos condicionados a buscar justicia en esta vida; y cuando no lo conseguimos 
sentimos enfado, ansiedad o frustración. En realidad, sería igualmente productivo 
que buscáramos la fuente de la eterna juventud o algún otro mito por el estilo. 
La justicia no existe. Nunca ha existido y jamás existirá. 
Simplemente el mundo no ha sido organizado de esa manera.

Hace muchos años leí un libro titulado Tus zonas erróneas. Su autor es Wayne W. Dyer y es uno de los mejores libros de autoayuda (llamadlo psicología aplicada si os hace sentir mejor) que he leído.

Particularmente, me llamó la atención el capítulo denominado "La trampa de la injusticia". En el libro, el autor va explicando por qué diferentes núcleos de pensamiento son "erróneos" (es decir, nos hacen sufrir inútilmente), y en este trata sobre cómo una idea obsesiva de la justicia nos deja estancados en el dolor y nos impide avanzar.

Estos días me he acordado de ese capítulo. Hace un par de tardes tuve una de esas experiencias-ajá que me hizo comprender cómo seguía estancada en un pozo sin fondo de quejas acerca de la injusticia de mi situación, añadiendo una buena cantidad de sufrimiento innecesario a un proceso ya de por sí bastante doloroso.

La última versión de estos pensamientos me repite que es injusto que la búsqueda de nuestro bebé se esté complicando tanto. Yo he puesto toda la carne en el asador con este proyecto, como lo hice con muchos otros anteriores. Y casi todos se complicaron, así que no es justo que este se complique también. 
 

En los últimos años, he dedicado un gran esfuerzo a asumir mi lesbianismo, a aceptar los múltiples escollos que implica para una relación, a acometer la interminable tarea de vivir fuera del armario. Han sido muchas horas de terapia, de grupo e individual. He sufrido el desprecio de mi familia, el rechazo, el vacío, y he aprendido a vivir con ello como parte de mi realidad. La voluntad de formar una familia fue la gota que colmó el vaso de mi depresión y, además, me costó la ruptura con mi pareja. De todas estas batallas he salido victoriosa, así que, como premio, lo "justo" sería que no me costara demasiado concebir a nuestro bebé. Desde una perspectiva kármica, esa habría sido una buena compensación.

El mundo, tristemente, no funciona así.

Mis quejas, sin embargo, vienen de mucho más atrás. Desde el primer día que pisé la clínica, ya entré en este bucle infinito del sufrimiento por la injusticia.

No es justo que todas las parejas hetero que nos rodean hayan concebido a sus hijos durante una noche de pasión, mientras que nosotras nos vemos obligadas a pasear nuestra intimidad por ambulatorios, clínicas y hospitales. No es justo que para nuestros amigos conseguir un embarazo haya sido como toser, mientras que para nosotras parece una obra de ingeniería aeroespacial. No es justo que las parejas hetero, y también las parejas lesbianas de otras comunidades, puedan acceder a un tratamiento por la Seguridad Social, mientras que nosotras tenemos que dilapidar nuestros ahorros en la búsqueda de nuestro bebé.

"No es justo. Pero es cierto". Tan simple como una buena bofetada de realidad.


Cambia la frase "No es justo" por "Es una lástima" o "Yo preferiría...". 
Así, en vez de tratar de que el mundo sea diferente a lo que es, 
empezarás a aceptar la realidad, aunque no necesariamente a aprobarla 
o a estar de acuerdo con ella.

Este párrafo me ha resultado ciertamente revelador. Es una lástima que las parejas lesbianas no podamos procrear. Yo preferiría que la Seguridad Social se organizara siguiendo criterios no discriminatorios, que los protocolos de reproducción asistida se adaptaran verdaderamente a las necesidades de cada persona, que la angustia física y económica que provocan los tratamientos fuera menor.

Es una lástima que no me haya quedado embarazada a la primera, a la segunda, a la tercera. Es una lástima que no me haya quedado embarazada en mi último intento de inseminación artificial. Yo preferiría no tener que pasar por una FIV.

Una perspectiva sencilla que, así de momento, parece aliviar un tanto el peso del corazón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto la vida no es justa y muchas veces no tenemos lo que deseamos pero el destino nos tiene preparado cosas mejores, si ya hicieron todo lo posible y no funcionó, por qué amargarse tanto? Por qué no adoptan un bebé? El amor hacia esa criatura creo que debiera ser el mismo o no?
Saludos, primera vez q escribo pero te leo de hace tiempo :)

Remedios Morales dijo...

Gracias por leerme y por animarte a escribir :D

Todavía no hemos agotado nuestras posibilidades para ser madres mediante un embarazo, solamente vamos a dejar de intentar la inseminación artificial, porque no da resultado.

Sobre la adopción, resulta muy difícil para parejas del mismo sexo. La adopción internacional está prácticamente vetada, a no ser que una de nosotras se haga pasar por madre soltera, y ya nos hemos casado.

En cuanto a la nacional, también es difícil, y en Madrid sufrimos una discriminación explícita. Por todo ello, no nos planteamos esta posibilidad, pero no es porque nos parezca peor o pensemos que no vamos a querer igual al niño. ¡Claro que no!

Espero haberte aclarado tus dudas :)

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...