Ya está.
Ya estoy.
Ya estamos.
Hemos llegado a ese momento de la betaespera donde nuestros embriones están vivos y muertos a la vez, como el famoso gato de la mecánica cuántica. Han pasado suficientes días desde la transferencia como para que, si no se han implantado, ambos estén muertos. Pero todavía nos quedan bastantes días por delante para poder comprobar que, efectivamente, están vivos.
Por mi parte, estoy contenta. Este tratamiento está siendo el más tranquilo de todos los que hemos hecho (y son muchos). La primera ecografía de control fue la última, pues mi cuerpo solo ha necesitado un mes para regularse y conseguir un ciclo de treinta días. Así que, afortunadamente, la decisión de dejar la píldora con un mes de antelación fue todo un acierto. En el tratamiento anterior, a la altura de la ovulación ya estaba para que me encerrasen, después de pasar por cuatro ecografías erráticas; pero esta vez lo estoy llevando con una dignidad pasmosa.
No tengo explicación para ello. Supongo que la medicación me ha llenado de esperanza. Y los dos blastos. Y el hacer una adopción de embriones, que no tiene nada que ver con los nervios de una FIV. Racionalmente, la balanza se inclina a nuestro favor. Y aunque no las tengo todas conmigo, tampoco pierdo la esperanza.
Y eso es suficiente.
5 comentarios:
Qué emoción tan grande! Ojalá ésta sea vuestra última betaespera!
¡Gracias, Galerista! ¡Ojalá! ;)
Espero que todo vaya bien! Mucha suerte!
Me ha encantado la comparación con el gato de Schrodinguer. Mucha suerte y espero que esta vez el resultado sea embriones vivitos y creciendo. Coral.
¡Mil gracias, chicas! ¡A ver si hay suerte!
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