Esta vez me pilló en medio de una reunión. No recuerdo por qué extraño motivo, tenía el teléfono encendido. Empezó a vibrar de pronto y yo casi me muero de vergüenza. En la pantalla aparecía uno de esos números que me suele llamar para venderme cosas que no quiero. Bajé el sonido para evitar la vibración y guardé el teléfono.
A los diez minutos empezó a sonar de nuevo. ¡Qué pesados! Con ganas de esconderme debajo de la mesa, volví a mirar la pantalla. Pero ya no era el número de antes. Eran ELLOS. El nombre de la clínica aparecía bien grande en mi pantalla.
─¡Ay...!
Cuando llegué a casa, Alma me recibió con una sonrisa. Yo también sonreía. Hablamos de cualquier cosa mientras me quitaba los zapatos y el abrigo. Ninguna de las dos decíamos nada, hasta que lo dijimos.
─¡Han llamado!
Fue Alma quien cogió el teléfono. Le explicaron que ya nos llegaba el turno en la lista de espera para la adopción de embriones, y que en quince días volverían a llamarnos para que fuéramos a consulta con las pruebas nuevas. En realidad, esto puede querer decir cualquier cosa, porque la vez anterior nos dejaron esperando casi un mes por una llamada de la doctora que nunca se produjo, para después meternos prisa con una consulta que no nos habían pedido que pidiéramos.
Quiera decir lo que quiera decir, sin embargo, nos han llamado.
El tratamiento tardará, y lo sabemos. Todavía estamos a la espera de unos resultados y debemos acudir a una segunda cita en Inmunología. Además, la medicación para evitar otro aborto se empieza a tomar al menos un mes antes de cualquier intento. Estas dos circunstancias ya significan más de dos meses de espera... y lo que te rondaré, morena.
Pero nos han llamado.
Y mi corazón se ha puesto a latir como loco. Primero, de ansiedad. Ansiedad por cuadrar citas, ansiedad por resultados, ansiedad por protocolos, ansiedad por verle la cara, otra vez, a mi doctora de cabecera. Y después, de miedo. Miedo por el tratamiento, por mis reacciones emocionales, por el resultado. Ante todo y sobre todo, por el resultado.
Alma, sin embargo, está muy contenta. De su mano, poco a poco, voy encontrando algo de serenidad. Nos han llamado, y un nuevo intento es una nueva esperanza.
Podemos hacerlo.