jueves, 11 de septiembre de 2014

Mi proyecto mandala


El maletín de colores y mi cuaderno nuevo.
Me encanta colorear. No pintar ni dibujar, sino colorear. Por este motivo, Alma me regaló, hace algunos años, un maletín de lápices de colores, acuarelas y pinturas de cera. Siempre había querido tener uno y se lo había hecho saber frente a más de un escaparate, así que me encantó que lo recordara y que tuviese el detalle de regalármelo.

Pensé entonces en utilizarlo para colorear mandalas. El interés por la filosofía budista me venía de mucho tiempo atrás, y me pareció una manera perfecta de conjugar dos de mis aficiones. Así que busqué plantillas de mandalas para colorear por Internet, me descargué unas cuantas y empecé a trabajar en una de ellas.

Desde el primer momento, las emociones se agolparon en mi garganta. Colorear, en sí mismo, me parece una actividad que recuerda a la meditación; si, además, se colorea un mandala, la experiencia resulta muy intensa. A pesar de todo ello, no pude terminarlo, como no fui capaz de completar ninguno de mis proyectos durante seis largos años.

Fue una época muy frustrante para mí. No sabía que sufría una depresión, solo sentía que algo en mí había cambiado. Tenía muy pocas ilusiones, y cuando una de ellas prendía lo suficiente, siempre se terminaba apagando antes de tiempo. Había soñado durante mucho tiempo con aquellos momentos que por fin me tocaba vivir: la independencia, mi primera casa, convivir con mi pareja... Había elaborado multitud de planes y, aunque la realidad sea siempre un filtro que separa aquellos que son viables de las meras ensoñaciones, para mí se había convertido en una apisonadora que me dejaba sin ninguno.

No entendía por qué me quedaba sin fuerzas para culminar actividades tan sencillas como rellenar un círculo de colores. Pero así era. El centro de mi primer mandala se quedó vacío y el maletín de colores se perdió en el fondo de un armario.


Hace algún tiempo, Alma me ofreció una segunda oportunidad para terminar de sanar esa antigua frustración: un cuaderno de mandalas para colorear. Fue un regalo muy especial para mí, aunque, en un primer momento, me llenó de temor. ¿Y si nunca llegaba a completarlo? ¿Y si volvía a quedarse a medias una vez más?

Pero no fue eso lo que ocurrió. Porque hace ya varios años que inicié mi curación y, sobre todo en los últimos meses, estoy disfrutando completamente de lo que significa volver a estar en mí. Ya no me siento gobernada por una tristeza inmensa; de nuevo soy capaz de dirigir mi vida, y estoy procurando retomar todos los proyectos que alguna vez me frustraron para volver a impulsarlos ahora que he recuperado la ilusión.

En este caso, además, ya no se trata únicamente de darle uso al maletín de colores o de completar un mandala, sino que he decidido aprovechar este impulso creativo para completar un antiguo proyecto de decoración.

En la habitación donde suelo trabajar y escribir, hay una pared completamente vacía que siempre he querido decorar. Curiosamente, he heredado esta pared de la casa donde vivíamos antes, pues también allí había una junto a mi mesa. Son muchos años ya, por tanto, sufriendo horror vacui al verla, y también muchas las ideas para decorarla que se han quedado por el camino.

Una de ellas era utilizar algo para deconstruir una bandera del Orgullo: banderines triangulares, flores artificiales... Tenía ganas de hacer algo así porque los colores me animan mucho, y más los que forman la bandera del Orgullo; pero no terminaba de decidirme por nada.

Ahora se me ha ocurrido pintar seis mandalas en cada una de las escalas cromáticas que forman la bandera: violeta, azul, verde, amarillo, naranja y rojo. Este verano compré seis marcos blancos en el Ikea y los he colgado en línea, ocupando toda la pared. Los marcos, además, tienen un fondo especial para poder incluir algunos objetos de colores junto a los mandalas.

Una muestra de los cuadros que he colgado en la pared.
Así que este es mi proyecto mandala; gracias a un cuaderno y unas pinturas de colores, estoy recorriendo un camino artístico de sanación espiritual, lleno de emociones y mucha alegría porque hoy, después de tanto tiempo, por fin me siento capaz.

2 comentarios:

  1. Que bien! siempre he querido ponerme con los mandalas,pero entre una cosa y otra... animo, ya verás como los completas cada vez mas bonitos!

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  2. Pues si ya te ha interesado, la verdad es que te recomiendo que lo intentes, porque parece algo muy sencillo pero la experiencia es fascinante :) ¡Gracias por los ánimos!

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