Septiembre ha sido un mes cargado de nostalgia.
No he podido dejar de pensar en el año pasado, cuando por fin se cumplió mi sueño de empezar el curso embarazada. Casi a diario he recordado la tripa, que por aquel entonces ya empezaba a despuntar, pero todavía sin las molestias del final. ¡La echo tanto de menos...!
Echo terriblemente de menos la sensación de mi cuerpo bullendo de vida, echo de menos notar a mi hija moviéndose en mi interior. Recuerdo, una y otra vez, esas ecografías más tranquilas, donde nos dieron la noticia de que esperábamos una niña, donde pudimos ver su carita por primera vez.
Fue tan hermoso, tan breve, tan intenso. Me sentía tan afortunada, después de todo, después de tanto. No fue perfecto, claro, porque nada lo es nunca: estuve muy activa, pero también me sentía muy cansada, por culpa de la anemia y del insomnio que me provocaba el síndrome de piernas inquietas.
Pero llevaba a mi hija conmigo. Mi hija. Por fin era una realidad, por fin mi cuerpo me daba una tregua, pequeñita, llena de achaques, pero suficiente. Suficiente para que ella creciera y se desarrollara sana, suficiente para que yo pudiera disfrutarlo.
A veces siento pena cuando pienso en que este haya sido mi único embarazo. Veo a otras mujeres embarazadas columpiando a sus hijos mayores en el parque y pienso: "¡Ay...!". Pero también sé que este embarazo ha bastado para colmar mi necesidad de vivir esta experiencia. Que mi hija basta para formar la familia que tanto anhelaba. La angustia existencial que me carcomía por dentro ya es cosa del pasado.
Ahora mismo, mi único objetivo es recuperar las fuerzas perdidas, la energía invertida en este proceso tan largo y costoso, para poder criar a mi hija con salud y alegría. No pierdo, sin embargo, la esperanza en el futuro. He sufrido mucho pero también he sido bendecida con la mayor de las dichas: por fin entiendo que la vida es una caja de sorpresas de todo tipo y que una nunca sabe lo que queda por vivir.
Y estoy segura de que mucho de ello será bueno :)
Por supuesto que sí, lo malo ya nos vendrá, queramos o no, así que mejor prepararse para lo bueno, que es mucho y muy intenso!
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