sábado, 23 de agosto de 2014

Nuestro donante ideal (II)



Hace unos días volvimos a ver la película de Los chicos están bien, que trata sobre el encuentro de dos adolescentes (hijos de mujeres lesbianas y nacidos por reproducción asistida) con su donante. Está ambientada en EEUU, donde esta situación es posible, según la cinta, siempre que los hijos sean mayores de edad y previo permiso del donante.

Esta película nos recordó a nuestra segunda opción de donante ideal, que es exactamente la que se muestra en ella: un donante, para nosotras anónimo, al que nuestros hijos puedan acceder algún día si así lo desean. ¿Por qué? Bueno, creo que en la película se muestran bastante bien algunos de los motivos que pueden llevar (o no) a una persona nacida por reproducción asistida al deseo de conocer sus orígenes genéticos.

En este caso, la hija mayor, que acaba de cumplir dieciocho años, no siente la necesidad de conocer a su donante y, además, quiere proteger a sus madres. Sin embargo, su hermano, de quince años, tiene una gran curiosidad por sus orígenes y añora (o, más bien, cree añorar) la relación que podría tener con un padre (es decir, con un progenitor que fuera un hombre).

Otro aspecto que me gusta mucho de esta película es que expone muy hábilmente varias de las reacciones que puede tener una persona una vez que cumple el deseo de conocer a su donante: curiosidad, ilusión, desengaño, cariño, compenetración, rechazo. Junto a esto, va exponiendo también, de manera sutil, cuál es la influencia de las madres en la identidad de sus hijos y cuál es la del donante. 

Estos dos aspectos me resultan muy interesantes porque no aparecen reflejados de una manera ideal: los protagonistas no encuentran su grial perdido al conocer a su donante, pero para ellos (y también para sus madres) es una experiencia enriquecedora (aunque dura) que les ayuda a comprender quiénes son.


Voy a volver a insistir en una idea que ya expliqué en la entrada anterior sobre este tema: nosotras no necesitamos conocer la identidad de nuestro donante. Sí que nos gustaría poder hacerle llegar nuestro inmenso agradecimiento, tal y como lo querría cualquier persona que haya recibido una donación anónima, por ejemplo, de un órgano. Pero nos sentimos completas y suficientes como familia, sin incluir a nadie más. Supongo que esto es una obviedad en el caso de las parejas heterosexuales que han tenido hijos gracias a la donación de gametos pero, para las parejas de mujeres, es un eterno explicar por qué no necesitamos un hombre en nuestra relación.

Si este tema nos interesa, si yo personalmente estoy tratando de explorarlo a fondo, es por nuestros hijos. Son ellos, no nosotras, quienes van a empezar a existir gracias a la reproducción asistida, ellos quienes van a desconocer parte de sus orígenes biológicos, ellos los que van a tener que conformar su identidad en esas circunstancias. Y creo que, como madres, tenemos la obligación de tenerlo en cuenta y respetarlo, de apoyar sus procesos identitarios tanto como esté en nuestra mano, de estar preparadas para contestar sus preguntas sin sentirnos incómodas ni hacérselo sentir a ellos. 

Por otra parte, estoy bastante segura de que estas preguntas no van a llegar en la infancia. Cuando los niños crecen sintiéndose queridos, no suelen cuestionar a sus progenitores, sino todo lo contrario: para ellos son lo mejor que ha existido nunca y no necesitan nada más. Nosotras les explicaremos, por supuesto, cuál es su origen desde el primer momento, e iremos adaptando el relato según vayan creciendo. Pero no creo que ese sea precisamente el gran reto de la niñez. 

Las preguntas insidiosas, los cuestionamientos, llegan de manera natural en la adolescencia, tal y como se muestra en la película. Personalmente, además de recordar cómo me comporté yo en aquel periodo, puedo verlo cada día en mis alumnos. La batalla principal de la adolescencia se libra para responder, precisamente, a la gran pregunta de: "¿Quién soy?". La respuesta que cada persona se da a esta pregunta no tiene que pasar, necesariamente, por los orígenes biológicos. Pero creo que, en el caso de las personas nacidas gracias a la donación de gametos, es más posible que lo haga.

Si nuestros hijos no pueden conocer a su donante desde siempre, como sería nuestra primera opción, al menos nos gustaría poder asegurarles que, en algún momento de su vida y si así lo desean, lo podrán conocer. Y aunque esta opción no es actualmente posible en España, no perdemos la esperanza de que algún día sea así: en otros países de Europa (Gran Bretaña, Suecia Austria, Alemania, Noruega, Francia) ya se han planteado este cambio legislativo, y algunos incluso lo han llevado a cabo. En algunos bancos de esperma, además, es posible elegir si se quiere un donante anónimo o uno que podría dejar de serlo. 

5 comentarios:

  1. Durante un tiempo quise ser MSPE, incluso estuve en una clínica. Ahora tengo pareja y estoy embarazada.
    Yo tenía claro que no quería saber la identidad del donante, pues para mí no era el padre, sólo el portador de unas células que le agradecía tanto como que me hubiera dado un riñón. Probablemente es una posición egoísta, no lo sé, pero yo me sentía incapaz de que fuera de otra forma.
    Una bloguera con la que tengo amistad, en una ocasión confesó en un post que había conocido a su donante y que no era la única que lo hacía en clínica con donante conocido. Esto, claro, creó una revolución entre otras MSPE que la chica no se esperaba y tuvo que borrar el post.

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  2. ¿Así que se puede llegar a conocer al donante? Había leído algo sobre ello, pero no me lo terminaba de creer... ¡Qué interesante!

    Yo creo que cada una tiene que hacer lo que le resulte más cómodo y natural, porque es difícil sentirse segura habiendo tomado una decisión que ni nosotras mismas somos capaces de defender. Pero me parece que también hay que tener en cuenta la futura voluntad de nuestros hijos, aunque sea algo abstracto que no podemos predecir. Es su identidad lo que está en juego, no la nuestra.

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  3. Esta chica conoce al de su hijo, así que sí. Sólo que en teoría no, como se supone que tampoco se pueden elegir los rasgos del donante y en la clínica a la que yo fui me dejaban elegir lo que quisiera. Es más, me dijo el médico que una chica le pidió un donante negro (ella era blanca) y lo tuvo.

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  4. ¡Qué fuerte! En cada clínica hacen lo que les da la gana... También había oído hablar de ello, pero no me lo quería creer. A nosotras no nos dejaron elegir, aunque si nos hubieran dejado, creo que habría pedido el mismo tipo de donante, pero en fin...

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  5. Sí, a mí me comentaron que lo recomendado era buscar un chico con tus mismas características físicas, pero que cada una hiciera lo que quisiera.
    Reconozco que me planteé seriamente pedir el esperma de un nórdico, rubio, alto y de ojos verdes xDDD
    Ahí fue cuando no seguí adelante por cambios en mi vida.

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¡Muchas GRACIAS por vuestros comentarios!