No, no es la fecha de las próximas olimpiadas.
Ni el momento de revisar los objetivos del milenio.
Ni un mensaje en código Morse.
Es la cifra de mi beta: dos-mil-veinte.
Tengo que precisar que no se trata de una beta hecha el día de la falta. En nuestra clínica, por alguna razón que se me escapa, hacen el análisis dos semanas después de la transferencia embrionaria. Lo mismo les da que sean embriones de tres días que de cinco: ellos cuentan dos semanas y andando. Es una práctica que a mí me resulta muy sospechosa, además de profundamente cruel con las pacientes. No obstante, yo he tenido la suerte de haber recibido dos positivos en los dos tratamientos que he hecho con ellos, así que, al menos, no he tenido que medicarme inútilmente durante más días de los necesarios. Sobre todo en este último tratamiento, que voy hasta las cejas.
El caso es que esta beta me la hicieron cuatro días después del día de la falta, es decir, estando de 4+5 semanas o 19 dpo. Si el valor se hubiera estado duplicando cada dos días, correspondería, aproximadamente, a una beta de 500 el día de la falta.
Dicho esto... ¡¡MADRE MÍA!!
La noticia fue alucinante. Mucho más teniendo en cuenta que el día anterior a la prueba entré en una crisis profunda y di por perdido el embarazo. Así, radical. Me había hecho otro de mis test caducados y la línea se marcó exactamente igual que en el anterior. "A la mierda", pensé. "Hasta aquí hemos llegado". Me puse muy mal, de verdad. Así que el día de la beta lo pasé hecha un manojo de nervios, agonizando.
Fuimos al análisis pasadas las diez de la mañana. Era la estrategia de Alma para no pillar atasco. Aun así, lo pillamos, elevando la tensión al máximo. Encima, aquella mañana cometí el error de echarme crema hidratante en los brazos. Yo tenía el recuerdo de haber evitado la zona de análisis en el brazo derecho, pero no debió de ser así porque, cuando la enfermera fue a hincar la aguja, se le resbaló y me hizo un estropicio de los gordos. "¿No te habrás echado crema hidratante?". Pues sí, hija mía, pero no me eches la bronca, que mi cabeza está embotada de nervios y ya no sabe lo que hace.
Al final, salí de la clínica con los dos brazos vendados, un morado grande en el derecho ("No hace falta que te aprietes, si apenas te he pinchado....") y uno pequeño en el izquierdo. Como me pasa siempre que me hacen el análisis para la beta, me quedé muy tranquila después de la sangría; pero la tranquilidad no me duró más que un par de horas. Después, entré en modo compulsión histérica hasta que me llamaron.
Por suerte para mi salud estomacal, se adelantaron unos cuarenta y cinco minutos a la hora que me habían dicho. Alma se estaba preparando para ir a trabajar y yo veía la tele en el sofá. Cuando empezó a sonar el teléfono y vi el nombre de la clínica en la pantalla, tardé lo que dura un tono en quitarle el sonido a la tele y descolgar.
–Tengo muy buenas noticias –me dijo la voz femenina del otro lado–. La prueba ha dado positiva; además, con un valor muy bueno: 2020.
A partir de ahí, solo recuerdo frases inconexas. Empecé a llorar y a temblar como en mi vida. No sé ni cómo evité que el móvil se me estrellara contra el suelo. La chica decía algo sobre evitar relaciones sexuales, pero yo solo podía escuchar un grito dentro de mi cabeza. "¡Está pasando!", decía. "¡¡ME ESTÁ PASANDO!!".
–Si notas algún sangrado esta semana, llámanos –seguía la chica–. Aunque... bueno... ¡esto tiene muy buena pinta!
Ella se reía y yo solo era capaz de emitir unos hipidos entrecortados que confiaba en que sonaran como un sí. Desde el primer momento, fui consciente de estar asistiendo a uno de esos milagros que, de vez en cuando, se dan en reproducción asistida. Lo más milagroso del asunto, claro, era que me estuviera pasando a mí. ¡A mí! Todos mis valores de beta habían sido tan tristes: 17, 135... Y ahora, de pronto, obtenía un valor con el que no me había atrevido ni a soñar.
Y eso que, el día anterior, en medio de mi crisis, estuve haciendo números. Pensé que, si una beta aceptable era de 100 el día de la falta, la mía debería ser de 400. "Me quedaría más tranquila con una de 500 o 600", pensaba. "Y si fuera de 800, ya... ¡o de mil!". Pero enseguida me autocensuraba: "Qué 800 ni qué mil... Si te dicen 500 o 600, es que está bien; mientras esté por encima de 400, tendrás que conformarte". 400, 500. 600... Se entiende que, cuando escuché dos mil, casi me diera un soponcio.
Fui corriendo a contárselo a Alma. Tenía tal cara de shock que temí asustarla, así que se lo dije de viva voz en cuanto entré en la habitación. La pobre empezó a dar vueltas por la casa. "¿Qué me llevo? ¿Qué me falta? ¿Dónde voy?". Sentada en el banco que tenemos a la entrada, la veía cruzar el pasillo una y otra vez. Yo no podía dejar de llorar. Lloraba con fuerza, con muchísimas ganas. Sentía un cúmulo enorme de emociones en la garganta.
La que más me llamó la atención fue la humildad. Frente a la soberbia de considerarme el blanco principal del destino aciago, la humildad de saberme una persona normal. Una persona a la que le pasan cosas, buenas y malas. Una persona en cuya vida hay momentos terribles, pero que también puede asistir a milagros inesperados.
Tal y como hice con mi beta anterior, he puesto la cifra en la calculadora de esta página, que recoge los valores de las usuarias y elabora un promedio. La otra vez, mi beta resultó ser un punto aislado, muy inferior al resto de valores. Esta vez, la cifra pisa con fuerza, aunque se mantiene dentro de los valores normales:
Otro hito superado, otra batalla ganada :)
¡Estupendo! Enhorabuena a las dos :-) Batalla ganada y oye, por goleada. Disfrutad del momento. Ya nos contarás la primera eco, si con la beta te emocionas, con la primera eco yo me puse a llorar de alegría ahí mismo en la consulta subida al potro ;-) ¡Cómo me alegro por vosotras! Pasito a pasito pero seguimos hacia la buena dirección.
ResponderEliminar¡Enhorabuena chicas! Llevo tiempo leyendo tu blog, y me ha hecho mucha ilusión esta entrada tuya. Además he recordado que yo, hace justo un año (el 2 de julio para ser exactos) estaba recibiendo mi beta positiva después de llegar a creer que los test de embarazo son siempre blancos, que lo de la línea que se marca era un cuento chino... Y ahora estoy con mi hija de 4 meses, feliz de la vida. Os deseo lo mismo para dentro de un año.
ResponderEliminarMenuda super beta!!! Ayyy, que esto marchaaaa! Qué alegría, enhorabuena a las dos!
ResponderEliminarSúper betaza al fin!!! Me alegro muchísimo!!!! Me has recordado a mí cuando me dieron la noticia... no podía creer que estuviera viviendo eso !!!! A disfrutar!!!
ResponderEliminarVuelvo de vacaciones y me encuentro este NOTICION!!!
ResponderEliminarENHORABUENAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!! Me alegro muchisimo!
Besos, Maria
¡Enhorabuena! Me alegro mucho que después de tantas pruebas lo hayas conseguido.
ResponderEliminarQuiero agradecerte las publicaciones de tu blog, para mí es muy útil, porque he aprendido mucho sobre pruebas médicas y tratamientos.
Te deseo que vaya todo bien y que en unos meses, tengais a vuestro bebé.
Un abrazo
¡Muchas gracias, chicas! La verdad es que el valor de la beta fue un subidón... :D Por el momento, parece que va todo bien, y ojalá siga así... ¡Cruzamos los dedos cada día!
ResponderEliminarSuperbeta!!!! :____)
ResponderEliminar