Me ha costado más de un mes decidirme a escribir esta entrada, porque trata de una de las experiencias más traumáticas que he vivido hasta el momento. Durante muchos días se convirtió en un recuerdo digno de poblar mis peores pesadillas, y he necesitado que su viveza se fuera apagando poco a poco para poder hablar de ello de la manera más despersonalizada posible.
No fue por la histeroscopia: la histeroscopia fue bien. No me pareció una prueba en absoluto dolorosa, aunque sí un poco molesta. Según me había explicado el doctor que me atendió en la primera consulta, empleaban suero en vez de aire, por lo que solamente sentí ciertas molestias al final, mientras evacuaba el suero. En conjunto, puedo decir que fue una prueba más liviana que la histerosalpingografía.
De hecho, la histeroscopia, en sí misma, ha sido una de las experiencias más bonitas de mi vida. Pude seguir toda la exploración a través de una pantalla, y reconozco que ver mi útero por dentro me reconectó con mi cuerpo y con la belleza oculta de todo este proceso.
Siempre me lo había imaginado de color rojo, tal y como aparece en las ilustraciones de cualquier libro, del mismo color que el endometrio cuando se desprende. Pero no. Era rosado. Un orbe rosado, suave, liso, surcado por multitud de capilares rojizos.
Me sentí acongojada de pensar que aquel había sido el lugar en el que habían vivido mis tres pequeños durante las breves semanas que duraron sus vidas. Porque me pareció un buen lugar para acogerlos, un lugar digno de haber logrado parirlos a término. De manera intuitiva comprendí que allí no había ningún problema, y lo único que lamenté fue que no hubieran dejado entrar a Alma para que también hubiera disfrutado de la experiencia.
Mientras realizaban la prueba, el médico corroboró mis intuiciones, asegurándome que no tenía ningún problema. Mi útero tenía un tamaño normal y un aspecto normal. Se veía todo lo que se tenía que ver y no se veía nada que no debiera haber estado en un útero sano. La verdad es que me sorprendió lo poco que duró la exploración. Por alguna razón me había imaginado que rastrearían mi útero palmo a palmo, pero simplemente llenaron, entraron, vieron, salieron y vaciaron.
Respiré aliviada, pero el bienestar me duró bien poco.
Apenas comenzaba a evacuar el suero cuando empezó la carnicería.
Lo primero que había hecho cuando entré en el quirófano fue pedir un espéculo virginal. Mi (paradójicamente) dilatada experiencia no me dejar lugar a dudas sobre la conveniencia de utilizarlo. El médico me miró asombrado, explicándome que no iban a utilizar ningún espéculo. Y era verdad: para la histeroscopia no lo usan. Pero, nada más terminar, justo en el momento de encogerme levemente por el dolor de la evacuación, ¡zas! Me metieron el espéculo normal, sin avisar y sin atender a mis peticiones. Y es que la segunda parte de la prueba consistía en la toma de unas muestras para hacer una biopsia de endometrio y un cultivo.
De nada sirvieron mis quejas sobre el dolor de la evacuación ni sobre el que me estaban provocando horadándome con aquel espéculo. Siguieron intentándolo hasta que tomaron la decisión, por ellos mismos, de utilizar el espéculo virginal.
Nunca entenderé por qué los médicos se resisten tanto a utilizarlo. ¿Dificulta un mínimo su trabajo? Sí. ¿Facilita la prueba al ahorrarle a la mujer un sufrimiento innecesario? También. Además, hay casos en los que el espéculo normal está contraindicado, como cuando tratan de utilizarlo con una mujer lesbiana. ¿Por qué no lo tienen en cuenta? ¿Por qué ni siquiera atienden las peticiones de quien, probablemente, tiene ya cierta experiencia? ¿Por qué no me preguntaron, siquiera, el motivo por el que pedía un espéculo virginal, en vez de ignorarme...?
Aunque para entonces yo ya estaba muy dolorida, pensé que la cosa iría bien. Era la segunda vez que pasaba por el mismo trago, y como la primera vez no tuve ningún problema, estaba muy tranquila. Y eso que, en aquella ocasión, nuestra doctora había tenido el detalle de advertirme sobre las dificultades de la toma, puesto que, según nos explicó, muchas mujeres no toleran la cánula, bastante gruesa, y necesitan anestesia. No fue mi caso entonces y no pensé que lo fuera a ser tampoco en ese momento.
El espéculo virginal, sin embargo, no fue la solución; porque el problema resultó ser la falta de pericia del señor (doctor, enfermero, auxiliar... no lo sé porque ni se me presentó ni logré verlo) que tenía entre las piernas. Sin dejarme tiempo para respirar, insistiendo de malas maneras en que me relajara, apretaba, retorcía, abría, sacaba, metía y apretaba. Yo temblaba, gritaba, lloraba. Y el hombre seguía, sin tregua, sin ofrecerme unos minutos, sin darme ninguna alternativa.
Si aquello no hubiera ocurrido en un quirófano, rodeados de personal sanitario, tendría un nombre. Pero como este tipo de violencia es un tabú y las manos de los médicos (enfermeros, auxiliares...) son sagradas, resulta más difícil identificarlo.
No sé cuánto tiempo pasó antes de que dijera: "Ahora no te muevas", y comenzara a rebanarme por dentro. El dolor fue tan intenso que casi me desmayo. La primera vez también me dolió, claro, pero aguanté sin problemas porque estaba tranquila y relajada, ya que la ginecóloga que me atendió había sido delicada, paciente. Esta vez me sentía agotada. Y el dolor resultó casi insoportable.
Cuando todo terminó, necesité ayuda para bajarme del potro. Mientras me marchaba, lo miré de reojo y vi que estaba lleno de sangre. Una enfermera me acompañó hasta el vestuario. Yo cojeaba, desorientada, con la cara arrasada de lágrimas y sangrando piernas abajo. Después de vestirme, el médico salió a felicitarme, restándole importancia a lo sucedido. Son pruebas molestas, ya se sabe; pero, según él, el "esfuerzo" había merecido la pena, pues habían tomado unas muestras estupendas de distintos lugares del útero.
A mí, en ese momento, me importaban tres pimientos las muestras. Mientras caminaba hacia el coche apoyada en Alma, solo podía pensar en que aquella iba a ser la última vez que me prestara a semejante carnicería. Ya tenían la histeroscopia dichosa, ya habían comprobado que no me pasaba nada, ya era hora de dejarnos en paz, a mí y a mi útero, y buscar el problema en otro sitio.
El dolor me duró varios días. La imagen terrorífica de aquel quirófano, también. Sangré mucho más que la primera vez, durante más tiempo, e incluso expulsé varios coágulos. Al principio, ni siquiera aguantaba de pie sin marearme. Todavía hoy, cuando lo recuerdo, mi cuerpo se resiente y encoge.
Sin embargo, y aunque parezca mentira, la peor humillación estaba por llegar. A la semana siguiente, cuando acudí a recoger los resultados, el médico me dijo que no habían podido realizar la biopsia de endometrio, ya que las muestras remitidas al laboratorio, esas muestras tan buenas, eran del cuello del útero. Como única justificación, más bien excusa, apeló, incluso por escrito, al hecho de que yo había "ofrecido resistencia" a la prueba.
Me quedé en shock. Eso no era lo que había ocurrido. En ningún momento detuvieron la toma porque fuera imposible realizarla. En ningún momento me advirtieron de que, por ejemplo, podía necesitar anestesia. No me ofrecieron ninguna alternativa; de hecho, la única que se barajó, el uso del espéculo virginal, fue una sugerencia mía. Me dijeron que todo había salido bien, me felicitaron incluso. Y cuando la cosa se torció, la única culpable que apareció en escena fui yo misma.
Salí del hospital convencida de que, esta vez, no podía quedarme callada. Cuando se lo conté a Alma, ella opinaba lo mismo. A lo largo de estos años, hemos sufrido otros abusos, otras negligencias médicas; pero esta se llevaba la palma. Porque, aparte de TODO lo que he explicado, nos cobraron una pasta por un diagnóstico que finalmente no hemos recibido. Que encima se laven las manos de su mala praxis y me culpen a mí (¡a mí!) es el colmo.
Así que hemos empezado un proceso de reclamación que, desgraciadamente, estimamos largo.
Yo solo espero que ese corte realizado a ciegas, ese rebanamiento de mi cuello del útero, no me haya jodido una parte esencial del aparato reproductor que, hasta ese momento, estaba intacto. Sé que un desgarro de cuello es uno de los riesgos de esta prueba, así que confío en que, si ese ha sido mi caso, el destrozo se cure y no tenga repercusiones. Porque lo contrario sería insoportable.
En cuanto a una posible repetición de la biopsia de endometrio... espero que no sea necesaria. En el laboratorio se dieron cuenta de que el tejido no era endometrial porque lo analizaron y no encontraron nada raro. Si nuestra doctora considera que, aun así, es necesario repetirla... estoy barajando la posibilidad de negarme. Creo que en algún momento tendré que decir basta a este ensañamiento médico, y creo que ese momento ha llegado.
Con esta entrada no quiero asustar a nadie. Yo he pasado por otra biopsia de endometrio y no he tenido ningún problema. Simplemente quiero compartir mi experiencia y hacer una denuncia, también por esta vía, de la violencia médica que, con demasiada frecuencia, hemos de sufrir las mujeres. No por ello va a dejar de repetirse, pero deseo poner mi granito de arena para que, entre todas, vayamos tomando conciencia de esta lacra y así, algún día, logremos erradicarla.
Hola,
ResponderEliminarEs alucinante lo que cuentas.Yo me sometí a una histerosalpingografia y a una biopsia de endometrio antes de empezar mi tratamiento ¡y casi no me enteré,ni de una cosa ni de la otra!recuerdo que para la biopsia me dijeron"ahora notarás un pinchacito.."y fue eso, un pequeño pinchazo;nada más.
Hay que ser muy hijo de puta, muy sádico y muy misógino para causar dolor sin inmutarse, y más sabiendo, como saben, que puede evitarse.Para darle de patadas en los huevos ...y luego decirle que le duelen "por culpa suya"...
Un abrazo
Núria
Totalmente de acuerdo contigo ;)
ResponderEliminarYo también tengo experiencia con pruebas de este tipo, llevo sobre mis espaldas unas histerosalpingografía, otra biopsia de endometrio, chorrocientas mil ecografías y unos cuantos cultivos. Y, aunque de vez en cuando me he encontrado patanes (y patanas), nunca me las había visto con semejante sadismo.
Ojalá la reclamación prospere de alguna manera y, por lo menos, estos señores no se vayan de rositas...
¡Un beso!
Duele solo con leerlo, por dios que persona mas mala, no debería estar en la sanidad. Si no cuesta nada poner anestesia o por lo menos escuchar la petición de la paciente.
ResponderEliminarYo tengo útero en retro y cada vez que me meten el especulo, ecografo, hacen transfer me duele si no lo hacen con la extrema delicadeza. Pensaba que solo con decir útero en retro lo tenían claro, pero no. Después de pasar dolor en el primer transfer en el segundo sin importarme parecer pesada les dije a todos y repetí unas cuantas veces que me duele y que tengan el máximo cuidado. No les gusto mi insistencia pero lo han hecho perfectamente bien. Así que mi consejo es insistir, hablarles sin miramientos y hacerte escuchar.
Ojala tengáis respuesta a vuestra reclamación y le hagan pagar a este "especialista" de pacotilla por lo que te ha hecho pasar!
Un abrazo, Maria
Es terrible que tengamos que pasar por cosas como que "no les guste" nuestra insistencia al hacer peticiones totalmente legítimas, como la que me comentas. Pero sí, tienes razón, hay que hablarles sin miramientos y hacernos escuchar, porque ellos (presuntamente) son los profesionales, pero nosotras ponemos el cuerpo y merecemos que nos traten con dignidad. ¡Que no somos un pedazo de carne con ojos...!
ResponderEliminarHola! Hace tiempo que comente esta entrada horrorizada y ahora me toca a mi la histero diagnostica. Quiero pedir sedacion, pero no se como justificarlo.
ResponderEliminarHe de decir que ante todo tipo de prueba me dan ataques de ansiedad(tuve que hacer gastroscopias , colonoscopia etc y todas me los han podido hacer solo sedada). Pero claro después de haberlo intentado despierta y de no conseguirlo. Me han hecho histero quirúrgica tb sedada. Pero me temo que me dirán que la diagnostica no molesta nada y me liaran..
Que me aconsejarías?
Gracias de antemano, Maria
¡Hola María! He visto este comentario un poco tarde, lo siento. Espero llegar a tiempo, de todas formas :)
ResponderEliminarNo sé por qué tendrías que justificar el uso de la sedación, me parece que puedes pedirlo sin más, basándote en tu experiencia. El problema que veo es que, de ser una sedación total, necesitarías un preoperatorio, como cuando te hacen una punción. Es decir, que no lo puedes improvisar el día de la cita. Otra cosa es que te pongan anestesia local, que es algo que he leído en algunos blogs: en ese caso, no necesitas ningún estudio previo, te la pueden poner el mismo día.
Por otro lado, si solo te van a hacer una histero, te garantizo que apenas duele. La carnicería que yo he descrito vino con la biopsia de endometrio; la histeroscopia fue un paseo, de verdad. En cualquier caso, te recomiendo que te tomes algún ansiolítico, que siempre ayuda, y alguna pastilla para el dolor, como paracetamol o ibuprofeno. Pero vamos, es un minuto con dolor de regla, y ni siquiera te tienen que poner un espéculo. Además, si estás despierta y te dejan mirar la pantalla, ¡es toda una experiencia!
Mucha suerte con ello, ya me contarás ;)
Hola! Ya la he pasado! Y fue todo exactamente como me comentaste.
ResponderEliminarNos dijeron que podrían hacerlo con sedacion, pero para esto habría que esperar medio año(es SS). Han explicado que solo meten la camarita, no cogen muestras, ni mucho menos quitan algo. Para esto te derivan a una histero quirúrgica. Me han dicho que me tome Diazepam e Ibuprofeno. Han usado suero fisiológico para ver mejor el útero. No dolió nada, que maravilla que no meten el especulo! Ni dolor de regla, solo una mínima presión en la zona del útero, ha sido menos molesto que un transfer(entre el especulo y la presion de la vejiga lo paso un poco mal en los transferes). El resultado: todo bien.
Un pasito mas, en junio la siguiente punción.
Maria
¡Qué bien, María! ¡Cuánto me alegro! La verdad es que habría que darle un premio a quien inventó el uso del suero para esta prueba. ¡Y meter en la cárcel a quien inventó el espéculo! :P
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