Volvía a tener uno de esos días que tanto se me repiten últimamente. De nuevo ese intenso dolor de cabeza que me resulta tan ajeno, de nuevo la sensación de estar ahogándome dentro de mi cuerpo, de nuevo el odio, la rabia, las ganas de gritar, pegar, echar a correr. Pero esta vez fue diferente. Vi claramente que había llegado el momento de decirme a mí misma: "Se acabó".
Me he entregado al duelo durante semanas. Quería vivirlo en toda su intensidad para que no se me quedara nada pendiente. Quería llorar cuando necesitara llorar, encerrarme en mí misma si tenía ganas de soledad, mostrar mi tristeza cuando me sintiera abatida y no hacer nada si me faltaba la energía. He hecho lo que creía que debía hacer y me parece bien haberlo hecho así. Pero ya no quiero continuar en el mismo estado: la tristeza pesa como una losa que no me deja avanzar.
Dicen que este tipo de duelo se desarrolla de manera paralela a lo que hubiera sido la gestación. En mi caso, nuestro embrión habría cumplido ya sus veinte semanas. No creo que sea casualidad que mi cuerpo haya necesitado llegar a la mitad del embarazo para asimilar su pérdida; de hecho, justamente acabo de terminar la segunda regla tras el aborto, el tiempo que recomiendan esperar antes de un nuevo intento para que el cuerpo recupere su equilibrio.
Siempre querré a nuestro embrión. Aunque su vida fuera breve, para mí estuvo llena de plenitud. Cada pequeña señal de su presencia en mi interior me hizo sentir dichosa: el cansancio, las náuseas, los dolores en el útero, los pechos rosados y plenos. Le hablé, le acaricié, le canté. Guardo con mimo cada una de sus ecografías, incluso la última, tan dolorosa. Nada de eso ha cambiado ni va a cambiar.
Pero necesito recuperar la alegría, las ganas, la ilusión. Que su recuerdo me acompañe como una experiencia rica, valiosa; no como unos grilletes que me impidan caminar. Quiero recuperar mi ritmo, mi tranquilidad, mi esperanza. Quiero volver a sentir que la maternidad es una experiencia positiva.
Y quiero prepararme para lo que vendrá.
Y quiero prepararme para lo que vendrá.
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