Menudo día, el de la beta.
Para mí, comienza siempre con alivio. Al menos, esa noche ya no me acuesto en la incertidumbre. Para bien o para mal, la betaespera ha acabado y voy a salir de dudas.
Siento que el análisis es como un sangrado medieval. En la muestra se llevan mis nervios. Me quedo más calmada, sé que ya está todo hecho.
En dos ocasiones tuve que esperar hasta la tarde para recibir los resultados. No me atrevo a coger esa llamada en el instituto y después meterme en clase, me resulta inconcebible. Las otras dos veces estábamos de vacaciones, una de ellas recién llegadas de nuestra luna de miel, y recibimos las llamadas poco antes de comer.
Enfrenté dos negativos sola; los otros dos, con Alma a mi lado.
Mi doctora siempre dice la misma frase: "Esto ha dado negativo". Es parca en palabras. Tan solo una vez dijo algo parecido a "Es una pena". Con el tiempo he entendido que tampoco debe de ser fácil para ella. ¿Cuántos negativos tendrá que comunicar por cada positivo? Seguramente la proporción no sea agradable.
Mis reacciones suelen ser lentas. Solo una vez me eché a llorar enfurecida; tan segura estaba de que era positivo. Pegué puñetazos a la almohada, grité, maldije y me quedé dormida. En las demás ocasiones, tardé varias horas, incluso varios días, en comenzar a procesar la noticia. No siempre lloré, pero sí me encerré en mí misma, no quise hablar con nadie, procuré lamer mis heridas en la intimidad, una tendencia que me caracteriza. A los días, a la semana, ya podía hablar de ello, normalmente con el siguiente ciclo programado y esforzándome por recuperar las fuerzas perdidas.
Los negativos son una bofetada de realidad, pero a veces es bueno. Para mí, el primero y el último fueron los más positivos en este aspecto. El primero, porque entendí que todo aquel proceso que habíamos iniciado era real, que si existía un negativo era porque en algún momento existiría un positivo, que íbamos a ser madres, que era verdad y que iba a ocurrir. El último, porque estaba llena de miedo al pensar que tendría que enfrentarme a una FIV, y de pronto mis temores se materializaron y supe que aquel era el camino, que ya no debía resistirme más sino entregarme a ello, como cuando un avión enfila la pista de despegue y entiendes que ya es demasiado tarde para bajar.
Personalmente, no considero que lo peor del negativo sea el negativo. No te has quedado embarazada, bueno, lo puedes volver a intentar. Para mí, lo peor es preguntarse si alguna vez va a ocurrir. Si me dijeran que debo pasar por diez negativos antes de tener a mi bebé, me parecería bien. Pero no existe un número, ni una certeza. Los negativos no suenan a "Sigue intentándolo", a "Esta vez no". Los negativos suenan a "Nunca", a "Jamás".
Ahí radica su dolor.
Habrá positivo,no lo dudes.Yo lo dudé una vez, ya hace 22 años.Daniel es un mozo de 21 primaveras,y Aleix, el que llegó a la primera, cumplirá 16 dentro de dos meses.pase por 7 IADs antes de quedarme embarazada de Daniel.Aún recuerdo el miedo a no ser madre nunca.Tu también lo serás.Ánimo!
ResponderEliminarNúria, de "títeres sin cabeza"
Ojalá :)
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