miércoles, 30 de marzo de 2016

La adopción demonizada


A medida que voy saltando de página en página y leo aquí y allá diferentes artículos sobre adopción, se va conformando en mi mente una visión demonizada de la misma que me horroriza.

Persiste la demonización clásica de la madre biológica (al padre biológico ni se le nombra, claro), esa mujer lasciva y egoísta que abandona a su hijo como quien se deshace de un fardo. Y me toca las narices. Me tocas las narices porque yo no creo que "dar en adopción" sea un sinónimo de "abandonar". A mí me parece un acto de responsabilidad, difícil y doloroso, que merece al menos nuestro respeto. ¿Qué sabemos los demás sobre las circunstancias que rodean la vida de esa mujer y de su embarazo como para juzgarla? ¿Por qué, si ella decide que dar a su hijo en adopción es la mejor decisión que puede tomar, no podemos estar de acuerdo? 




Persiste también, en un alarde decimonónico, la demonización de los niños y las niñas. Como si de una obra de Galdós se tratara, hay quien cree y espera que el hijo de una delincuente termine comportándose como un delincuente. No se expresa así, por supuesto, que para eso estamos en el siglo XXI y hemos avanzado mucho en lo que a eufemismos se refiere. Pero viene a ser parecido: todos los niños adoptados sufren taras mentales y emocionales, todos las expresan mediante exabruptos violentos, ninguno podrá vivir una vida plena debido a esa herida primaria que los consume.

Pues no sé. Mi experiencia como docente me ha enseñado que, para tener una tara mental o emocional, para ser violento o para acabar amargado, no necesitas haber sido adoptado. Le puede pasar a cualquiera. También a ese hijo biológico, deseado y mimado hasta la saciedad. De hecho, le suele pasar más a ese que a cualquier otro. Porque las experiencias vitales dolorosas no solo te destruyen, sino que también te hacen más fuerte. Que ocurra una cosa u otra depende de muchos factores, y no es tan fácil de predecir.

La demonización más reciente, sin embargo, la más tocapelotas, si se quiere, es la de la familia adoptiva. El colmo de los colmos. En varios artículos he llegado a leer, como si de un dedo acusador se tratara, la afirmación de que la mayoría de las familias que adoptan lo hacen "debido a su esterilidad". ¡Nos ha jodío! ¿Cuántas parejas se decantarían por la adopción pudiendo tener hijos biológicos en común? ¿Ninguna? Por poder, podrían existir; pero, desde luego, serían una minoría.

El camino que lleva de la familia biológica tradicional a la familia adoptiva no es sencillo ni inmediato. Igual que hay parejas que no aceptan la recepción de gametos, las hay que jamás dan el paso hacia la adopción. Y, una vez dado, hay que cumplir una serie de requisitos "extra" que dejan a muchas familias fuera: la edad, por ejemplo, está muy limitada. Evidentemente, ser padre o madre por adopción no te convierte en mejor, pero tampoco en una especie de súcubo chupasangre que va a terminar de destrozar la vida del niño que te toque en desgracia.

Creo que el origen de tanto "demonio" se encuentra en la incapacidad de la sociedad, ese ente abstracto formado por la amalgama de tantas mentes individuales, de aceptar todas las circunstancias que confluyen en el fenómeno de la adopción. Porque existen los embarazos no deseados, existen los niños con heridas emocionales y existen las parejas que, no pudiendo criar hijos "propios", deciden criar los "ajenos". Y todo ello puede resultar algo natural, común, responsable, solidario, gozoso y pleno. Pero no. Necesitamos pensar que alguien tiene la culpa: mamá mala, niño malo, nueva mamá peor todavía.

La vida es compleja. No es el cuento del príncipe y la princesa que nos contaban de pequeños. Pero no por eso tiene que ser fea. Puede ser hermosa. Puede ensancharnos el corazón como nunca lo harían los finales felices. Puede ser auténtica y apasionante. Puede merecer la pena.

La adopción, como parte de la vida, participa de esas mismas características.
Las personas involucradas en ella, también.

Ni príncipes ni princesas, pero tampoco demonios: personas reales y complejas, con todo el potencial para aprender a curar nuestras heridas y disfrutar.
  

2 comentarios:

Promediando el círculo dijo...

Tu reflexión me parece excelente y a su vez me dispara varias otras a mí, como por ejemplo que todo el mundo siente la necesidad de tener opiniones formadas respecto de todo y ni aun así se toman 10 minutos en analizar realmente lo que dicen! Por otra parte, seguramente esas mismas personas que demonizan a dadores en adopción, adoptandos y adoptantes estarían en desacuerdo con el aborto. O sea... Es la crítica por la crítica misma. Hay niños felices e infelices de ambos lados, biológicos y adoptados, hay buenos y malos padres de un lado y del otro... De lo que no me cabe ninguna duda es que vos vas a ser una madre excelente, sea de la forma que sea, porque tenés mucho amor para dar, guiado por una inteligente razón. No puede fallar. Abrazo enorme!

Anónimo dijo...

La adopción... Un tema difícil cuando debe discutirse en pareja. Yo por ejemplo sufro de esterilidad secundaria. Tuve un hijo muy muy joven "accidentalmente" y decidí vivir ese embarazo y tener a mi hijo conmigo. Nunca pensé en tener más hijos de mi vientre, nunca descarte la adopción, me parece que ser padres no es lo mismo que "tener" un hijo, no era tema, no sentía necesidad de siquiera discutirlo. Me casé con un hombre maravilloso y de repente decidimos tener hijos y no pudimos. Años y años de espera (seis quizás?) ya ni me acuerdo cuando empezamos. Hoy estoy en la betaespera de una inseminacion y podrían venir dos, uno o ninguno. Hoy mi hijo mayor, mi único, es mayor de edad. Antes de someternos a este tratamiento por fin después de dos años de discusiones acerca de porque no adoptar y de porque si, llegamos a un acuerdo: lo intentaríamos o adoptaríamos. Debí ceder por el bien de nuestra familia, por no quedarme en el "no lo intentamos" No iremos a ivf, nos quedaremos en inseminacion y tendremos paciencia o adoptaremos tranquilos ya habiendo superado Una etapa dura, una etapa de seis años. Me molesta la opinión de todos cuando decides adoptar (que fue nuestra decisión aunque todavía no formalizamos por lo del tratamiento) que serán puros problemas, que porque, que ya mi hijo adoptó uno (salió mi suegra con el comentario para el bronce) nuestro error fue hablarlo con nuestros respectivos padres.... Yo contesté si el hijo de mi vientre se porta mal, puede ser un maleducado o simplemente esta pasando por una mala etapa; si lo hace mi hijo adoptado, es porque es adoptado. Son prejuicios que no vamos a aceptar y si es necesario cambiaremos de barrio y/o de país para comenzar desde cero donde nadie cuestione nuestras decisiones. Me parece increíble que un acto de amor, valentía y fuerza sea tan juzgado. Ser padres es mucho más allá que "tener" un hijo. Ser formadores, maestros de un ser, prepararlo para la vida de la mejor manera posible, no involucra algo físico. Esto es una tarea casi vocacional.

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