jueves, 20 de noviembre de 2014

Mis dudas sobre la inseminación artificial



Después de cuatro inseminaciones artificiales, hay algunas cosas que aún no me quedan claras. Y una que entiendo mejor que cuando empecé. Empezaré con esta última.

La reproducción asistida fue creada para mujeres con problemas de fertilidad que estén en una pareja heterosexual. No fue creada para mujeres sin problemas de fertilidad, tengan marido, mujer o carezcan de pareja. Sin embargo, muchas mujeres que pertenecemos a estos grupos acudimos a reproducción asistida, y allí nos calzan a todas el mismo protocolo, sea cual sea nuestro caso.

Te pueden prometer que intentarán ser lo menos invasivos posibles, porque saben que tú no tienes ningún problema de fertilidad. Pero al final vas a pasar por el mismo protocolo que pasamos todas. Y si no, que me expliquen algunas de las dudas que me surgen sobre este tema:

1. ¿Por qué estimulan unos ovarios que funcionan perfectamente?

Mis dos primeras inseminaciones fueron sin estimulación, algo que agradecí hasta el infinito. En primer lugar, porque así me ahorraba unos cuantos pinchazos, tantos en términos físicos como económicos. En segundo lugar, porque de este modo pude comprobar lo que ya imaginaba: que mi síndrome de ovarios poliquísticos no tenía tantas repercusiones ginecológicas como parecía. Es decir, que ovulaba.

Tras el segundo negativo, la doctora nos anunció que debíamos estimular mis ovarios, pues de lo contrario disminuirían mis posibilidades de concebir. Esto fue algo que nunca entendí bien. ¿No tenían todos los intentos las mismas probabilidades? ¿Por qué de pronto se desplomaban? A pesar de mis dudas, accedí al tratamiento. Porque confiaba en la doctora, que forzosamente debía saber más que yo; porque después de dos negativos necesitaba probar algo nuevo que me devolviera la ilusión; y porque pensé que, si conseguía más folículos gracias a la estimulación, tendría más posibilidades de concebir.

Las dos estimulaciones arrojaron el mismo resultado: un folículo maduro y uno inmaduro cuyo óvulo, con toda probabilidad, no tuvo tiempo de madurar. Cuando le pregunté a la doctora por el éxito o el fracaso de esta nueva técnica, me respondió algo que me dejó boquiabierta. "Ha ido todo muy bien: tenemos un folículo muy bonito". El folículo bonito fue el único que apareció en los informes. Y yo me quedé paladeando una duda: ¿acaso no era un folículo bonito lo que mi cuerpo producía naturalmente cada mes, sin necesidad de gastarse un dineral en hormonas ni pasar por el suplicio de inyectárselas?

2. ¿Por qué provocan una ovulación que ocurre espontáneamente?

En todas mis inseminaciones tuve que inyectarme una hormona que provoca la ruptura de los folículos, es decir, la ovulación. Recuerdo cierta explicación difusa acerca del ahorro en ecografías que esta inyección permitía; también sobre la necesidad de sincronizar la ovulación con la inseminación. Esta decisión fue algo que nunca cuestioné, pero que empezó a mosquearme tras el descanso de un mes que me tomé después del tercer negativo.

Uno de los motivos por los que estaba bastante segura de que ovulaba por mí misma eran los cambios en mi flujo vaginal. Llevaba muchos años observando la famosa "clara de huevo". Durante un tiempo, no supe qué era, incluso me temí una infección. Cuando empecé a informarme sobre el ciclo menstrual, entendí que era una buenísima señal.

Pues bien. En el primer intento observé la "clara" el mismo día de la inseminación. Teniendo en cuenta que este cambio en el flujo indica que vas a ovular dos o tres días después (aunque entonces yo no lo sabía), albergo ciertas dudas acerca de la presunta "sincronización". En los dos intentos posteriores, ni siquiera lo vi, y mi doctora sugirió que quizás no había ovulado, aunque sin darme más explicaciones. No obstante, volvió a aparecer durante el mes de descanso que me tomé; es decir, que ovulé de nuevo por mí misma. Solamente en el cuarto y último intento vi la "clara de huevo" dos días antes de la inseminación.

Ante esta situación, me pregunto por qué inyectarse una hormona que puede dar al traste con la ovulación y, por tanto, con todo el proceso, cuando tu cuerpo la produce de manera natural. ¿No sería más adecuado utilizar un test de ovulación o algún otro método para comprobar que se ha producido? Es verdad que, en ese caso, existiría el riesgo de que hubiera que cancelar el ciclo ante la ausencia de ovulación. Sin embargo, esta situación es preferible a llevar a cabo la inseminación "a ciegas", confiando tan solo en una inyección que, por lo visto, puede fallar. 

3. ¿Por qué debemos suplementar nuestro ciclo con progesterona?

Desde mi punto de vista, la progesterona es, más que ninguna otra, una hormona "trampa". Tiene un nombre muy bonito, relacionado con la gestación, y unos efectos positivos muy atractivos: ampliar la ventana de implantación, apoyar la función del cuerpo lúteo, etc. Pero sus efectos secundarios pueden ser muy, muy crueles: te sentirás embarazada durante varios días (náuseas, dolor abdominal, hambre, pechos sensibles, etc.) y el negativo te sentará peor que mal.

Tampoco fue esta, sin embargo, una decisión que yo cuestionara desde el principio, hasta que una amiga de Alma me preguntó por qué tenía que utilizar progesterona, si en principio no tenía ningún problema para segregarla. A ella le llamaba la atención precisamente porque una de sus amigas había tenido que utilizarla, sin estar en reproducción asistida, al tener dificultades comprobadas para sacar un embarazo adelante. Pero mi caso, hasta donde entonces sabíamos, era diferente. 

Con posterioridad he conocido que es posible realizar un seguimiento hormonal de todo el ciclo para cerciorarse de si tu cuerpo segrega las hormonas que le toca en cada momento. Esto permitiría estudiar si es necesario utilizar progesterona o no, pues para la mayoría de las mujeres es innecesaria; además de comprobar, ya de paso, que realmente se produce la ovulación. Así que, ¿por qué no incluyen estas pruebas en el diagnóstico inicial en vez de recetarnos progesterona a todas por igual?

La progesterona puede tener, además, un terrible efecto psicológico: convencerte de que, sin su ayuda, tu cuerpo sería incapaz de iniciar normalmente un embarazo. Si tantos beneficios tiene y la profilaxis que prorporciona es tan buena, ¿por qué no se la recetan a cualquier embarazada, del mismo modo que se hace con el ácido fólico? ¿Cuál es el motivo de que las mujeres que no acuden a reproducción asistida eviten su uso mientras que las que necesitamos de este apoyo, aunque no sea por motivos de infertilidad, tengamos que emplearla de manera obligatoria?

*      *      *

Un cambio en estos protocolos, excesivamente intervencionistas desde mi punto de vista, supondría el ahorro de un mínimo de 200 o 300 euros por ciclo, además de permitir a nuestros cuerpos hacer su magia con naturalidad. Me imagino que a muchas mujeres esto les dará igual: del mismo modo en que algunas prefieren un parto intervenido, incluso una cesárea, a un parto natural; habrá quien prefiera el mayor desembarco médico posible en su cuerpo, en aras de una mayor eficacia (a pesar de que, en ambos casos, la supuesta eficacia está por comprobar). Pero también hay otras mujeres, entre las que me encuentro, que desean minimizar la intervención lo máximo posible, más aún cuando no existen motivos objetivos que aconsejen otra manera de actuar.

¿Por qué no nos plantean varias opciones, nos informan sobre sus beneficios y perjuicios, y nos dejan elegir? ¿Acaso han comprobado que una cosa es más eficaz que la otra? Y, ¿cómo lo han hecho? ¿Cuántas mujeres han podido acceder a un estudio de sus ciclos hormonales? ¿A cuáles les han dejado opción?

Yo tengo la íntima convicción de que el desconocimiento acerca de mis verdaderas necesidades hormonales, combinado con la administración de hormonas siguiendo un protocolo impersonal, han dado al traste con las posibilidades reales que tenía de quedarme embarazada por inseminación artificial, además de provocarme un sufrimiento psicológico innecesario. No creo, sinceramente, que se trate de un mero pataleo ante los negativos, de la necesidad absurda de buscar culpables o de tirar balones fuera. Es una convicción genuina que me guardaré para mí, igual que me guardé la intuición de que el problema de mis ovarios poliquísticos residía en un lugar ajeno a mis ovarios, independientemente de cuántas ecografías esgrimiesen para convencerme.

La reproducción asistida es una ciencia que está en pañales, y que se enfrenta al reto de ayudar a mujeres sin problemas de fertilidad desde hace muy poco tiempo. En este campo, como en cualquier otro del conocimiento humano, los médicos y sus protocolos tienen un largo camino que recorrer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola guapa!!! Te comento, yo también soy lesbiana y con pareja estable desde hace 5 años. Nosotras no nos hemos complicado tanto la vida, tenemos dos hijos naturales, uno cada una, el mío niño de 5 y la suya niña de 2, los dos son fruto de un lío de una noche con un tío que hemos podido ligarnos. Ninguno de los dos hombres sabe de la existencia de nuestros peques y somos muy felices, ni tratamientos ni puñetas, nos liamos la manta en la cabeza y decidimos que saliendo de fiesta si podíamos tirarnos algun hombre que nos pareciera bien pues adelante, fijate la familia que hemos creado! Y tampoco es tanto suplicio liarte con un hombre si la finalidad es embarazarte.
No entiendo como os complicais la vida.
Tere

Remedios Morales dijo...

Gracias por compartir tu experiencia, Tere. Te agradezco el comentario.

Lo cierto es que yo no estoy 100% de acuerdo con los tratamientos que estoy llevando a cabo. Son caros, invasivos y siguen una filosofía intervencionista que violenta nuestro ciclo natural.

Sin embargo, tampoco puedo compartir vuestra manera de crear una familia. No estaría dispuesta a tener relaciones sexuales de riesgo que me expusieran a contraer una ETS, ni por quedarme embarazada, ni por nada. No se trata, evidentemente, de no querer acostarme con un hombre. Es algo más.

Una opción intermedia es lo que a mí me parecería ideal, pero en España, legalmente no es posible. Conseguir la ayuda de un hombre pondría en peligro nuestro modelo de familia, pues no existe la figura legal del donante, sino solamente la del padre, la cual, en caso de desavenencias futuras, desplazaría a la madre no biológica y, además, podría conllevar problemas de custodia.

En fin, es un tema complicado que daría para varias entradas. Y seguramente las escriba, porque no eres la primera persona que me sugiere algo parecido.

¡Saludos!

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